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בס"ד
SI QUEREMOS VER MILAGROS
HAY QUE CUMPLIR
“Estos son los preceptos y
las leyes…”
(Bamidvar 36,13)
Hay una regla que tiene que
estar grabada en la cabeza de todo iehudi: nunca se pierde por cumplir un
precepto. Aparte de la recompensa espiritual que recibimos, un tesoro para
el Olam Haba, también nos espera un premio en este mundo, el Olam Haze.
El relato que sigue, nos lo
envió el rab Zilver, de Nueva York. Nos enfatiza que antes de enviar el relato
al rab hagaon Itzjak Zilverstein Shlita, verificó la veracidad de todos
los hechos. No escuchó a nadie, y fue a buscar a los protagonistas de la
historia para escuchar de ellos mismos todos los detalles.
Uno de los habitantes de la
ciudad, que cuida la Tora y sus preceptos, fue a ver a uno de sus amigos y le
pidió un préstamo muy importante. Le contó que cada tantos meses, viaja a China
para encargar mercaderías para su negocio. Siempre paga en efectivo, y por eso
compra muy barato.
El monto de la operación en
cada viaje, se eleva a varias decenas de miles de dólares, y ahora mismo,
estaba por viajar y necesita de ese dinero, pero su situación económica está un
poco apretada y en sus bolsillos no tiene nada de nada. El le pide a su fiel
compañero si puede prestarle esa suma, ya que nadie más se arriesgaría a
prestarle dinero en la situación en que se encuentra.
Su amigo, que sabe de la
honestidad de su interlocutor, estaba seguro de que podía confiar en él en un
cien por ciento. No vio ningún problema en prestarle dinero, y le contó, que
justamente, en los dos últimos años, estuvo juntando dinero para el futuro
casamiento de su hija, una cantidad similar a la que le está pidiendo. Y en
estos momentos no lo precisa.
El dinero estaba escondido en
el sótano de la casa, y nadie lo sabe, ni siquiera su esposa. Bajaron juntos al
sótano, y el hombre se dirigió al lugar donde lo había escondido, para sacarlo
de allí.
Llegaron al lugar, y el
hombre sacó de la boca un grito amargo. ¡El sobre no está!
Comenzó a buscar por todas
partes, desesperado, pero todo fue en vano. El dinero no aparecía.
Subió a la casa, como un
rayo, y le preguntó a la esposa si alguien había estado en el sótano en los
últimos días.
La esposa, que no entendía
por qué su marido se veía tan nervioso, le dijo con ingenuidad, que en la
semana vino una muchacha a ayudarla con la limpieza, y decidieron comenzar a
limpiar toda la casa para que esté libre de toda suciedad, para Jag Hapesaj,
que ya se acercaba.
Decidimos que empezaríamos
por el sótano, y lo limpiamos por completo, tirando todas las bolsas, sobres y
papeles viejos, además de muchas cosas que dejamos de usar hace tiempo.
¿Y dónde tiraron todo?,
preguntó el hombre asustado.
¿Cuál es la pregunta? Desde
luego, al tacho de basura, contestó la esposa, que todavía no entendía la
conducta del marido.
Cuando escuchó esto, salió
corriendo hacia la calle en dirección al tacho de basura, y para su alegría,
vio que las cosas del sótano que habían tirado, todavía estaban allí.
Removiendo un poco, pudo
reconocer “su sobre” que estaba cerrado, con todo el dinero…
Esto sucedió un día
miércoles. La mujer limpió el sótano el día lunes, y los camiones que recogen
la basura en la ciudad, ¡pasan los días jueves!!!
En ese momento, el dueño de
casa se tomó un respiro, para ver el gran milagro que le hizo Hakadosh Baruj
Hu, y la gran recompensa con la que le pagó cuando decidió cumplir con el
precepto de prestar a su compañero.
Ya que solamente gracias a su
voluntad de prestar en forma inmediata, pudo descubrir que en su casa limpiaron
el sótano, y que su sobre con el dinero estaba tranquilito en la calle,
esperando que el día jueves se lo lleve el camión de la basura.
Y por cuanto que Hashem vio
la buena acción de este hombre, lo ayudó a recuperar su dinero milagrosamente.
Traducido del libro Barji
Nafshi.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
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