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בס"ד
DOS
PALABRAS…
“Y a Biniamim, el hermano de Iosef, Iaacov no envió
junto a sus hermanos, porque dijo: para que no nos ocurra alguna otra desgracia”
(Bereshit 42,4)
Disertó el rab hagaon Iaacov
Galinsky ztz”l: en el versículo aparece la palabra “ikraenu”, una palabra
que indica algo determinado, o ya preparado. Sin embargo, cuando Iehuda vuelve
a repetir las palabras de su padre, en los oídos de Iosef, sobre el que
pensaban que era egipcio, estas fueron sus palabras: nos dijo tu siervo, mi
padre, van a llevarse también a Biniamin y puede ocurrir una desgracia (Bereshit
44,29), y “ikrahu”, es un lenguaje que indica casualidad o
eventualidad.
¡Cuánta
profundidad! Sólo cambió una
letra y puede provocar todo esto. Dos palabras…, dos mundos!!!
Un abismo existe entre los
dos puntos de vista. Tenemos a Iaacov Avinu, con su pensamiento, con su postura
inamovible, donde la casualidad no existe en el mundo, donde cada cosa está
supervisada, preparada desde el Cielo. A toda cosa, Hakadosh Baruj Hu la
convierte en “su enviado”. Y no hay límite, ni medida, ni inteligencia, ni
apariencia. Cualquiera de sus creaciones puede ser un enviado de Hashem,
incluso una víbora, una rana, un escorpión o un mosquito (Vaikra Raba 22,3).
Y si Iaacov Avinu envía a
Biniamin, sabe que “todos los caminos indican que hay peligro” (Talmud
Ierushalmi Berajot 4,4), y el Satan nos está acusando en momentos de
peligro (Shabat 32b), y va a suceder algo, Jalila.
Pero un egipcio como Iosef
(como suponían que era Iosef), un no iehudi, no entiende esto, por eso cuando
Iehuda habla a los oídos del virrey de Egipto, le dice que “puede ocurrir”
algo, ya que para sus oídos sólo existe el lenguaje de las casualidades.
Esto es, justamente, lo que
escribió Rashi (principio de Vaikra), que cuando Hashem nombra a
Moshe Rabenu, encontramos el lenguaje “Vaikra” (llamado o invitación). En
cambio, cuando Hashem se le aparece a Bilaam, dice “Vikar” (Bamidvar
23,4), como si fuera un encuentro simplemente casual. Porque ese es el
mundo de Bilaam y también su forma de pensamiento. Igual que para Amalek “que
te enfrió en el camino” (Devarim 25,18).
El modismo que indica
casualidad, es un lenguaje “refrigerado”, que nos congela. Y de esta forma
enfría toda la Irat Shamaim (el temor a Hashem) que existe en el mundo.
Ya dijeron nuestros sabios
en el Midrash (Shemot Raba 27,6), que Amalek le había dado un
gran consejo al faraón. Y toda la forma de ser del faraón giraba alrededor del
consejo de Amalek, argumentar que todos los milagros que anunciaban Moshe y
Aharon, que posteriormente se desencadenaban en cada una de las plagas que
sufrió Egipto, eran producto de las brujerías y los demonios.
Hasta en la plaga de los
piojos, cuando los brujos no pudieron presentarse, y tuvieron que decir que
aquí estaba presente el “dedo” de Hashem, más tarde volvieron con lo mismo, que
era algo de la naturaleza.
¿Y qué sucede con la
partición del mar? Todos conocemos la discusión que hay en la Hagada de Pesaj,
sobre la cantidad de milagros que hubo en el mar. Sin embargo, el faraón pudo
afirmar que los doscientos cincuenta milagros fueron producto de un fuerte
viento del este (Ramban Shemot 14,21).
En todo el relato de la
salida de Egipto y sus milagros, podemos ver, abiertamente, lo que el faraón
quiere demostrar. Como las palabras tan conocidas del Ramban, que afirman que
esta es la finalidad de las plagas de Egipto y nuestra obligación al recordar
la salida de Egipto en todas las generaciones.
Está escrito (Shemot
13,16), que de los grandes y visibles milagros (de la salida de
Egipto), un hombre reconoce que los milagros ocultos representan la base de
toda la Tora. Que un hombre no tiene parte en la “Tora de Moshe Rabenu”, hasta
que no crea con fe completa, que todas las cosas y todos los sucesos son
solamente milagros. Nada se rige por la naturaleza o por la inercia que lleva
el mundo, tanto sean cosas generales como cosas individuales. Hay una regla que
debemos saber muy bien: si el hombre cumple los preceptos, obtendrá su
recompensa, pero si peca y evita el cumplimiento, recibirá su castigo. Todo se
rige según los decretos de Hakadosh Baruj Hu.
Y Iaacov Avinu quiere que
sus hijos mantengan esta línea de pensamiento, y les dice antes de su muerte:
reúnanse y les diré lo que les sucederá en el final de los días (Bereshit
49,1). Quiere contarles todo lo que ocurrirá hasta el fin de los días,
y pone énfasis para que nadie piense que está hablando de casualidades sino de
cosas perfectamente definidas: ningún hombre puede inclinar un dedo hacia
abajo, sin que antes esta acción haya sido anunciada desde Arriba (Julin
7b).
Escuché de rabi
Jaim Shmuelevich ztz”l: unas personas están sentadas, conversando. Escuchan un sonido vocal
que viene de afuera. De inmediato hacen silencio para escuchar. Inclinan los
oídos. ¿Qué anuncian, quién se murió?
En otros tiempos, antes de
que existan los medios masivos de comunicación, las oficinas públicas o los
funcionarios de gobierno, hacían sus anuncios mediante un “proclamador” (Rashi
Taanit 30b). Cuando un hombre era condenado a muerte, el proclamador salía
delante del condenado y decía: este hombre, fulano hijo de fulano, será
apedreado porque cometió tal o cual pecado (Sanhedrin 43).
¿Qué dirían ustedes? Un
hombre sale a proclamar por toda la ciudad: ¡Escuchen, escuchen!, fulano hijo
de fulano se cayó en la calle Jazon Ish!!!
¿Hashem nos guarde! ¿Le
pasó algo?
Recibió un golpe en el
dedo.
¡Por favor! De verdad, se
lo ganó. Seguro que caminaba sobre la vereda, y todos sabemos el estado en que
se encuentran las veredas de la calle Jazon Ish. No tienen una baldosa completa,
ni tampoco una alineada con la otra. La persona que camina por la vereda se lo
tiene ganado, por separarse de la costumbre de todo el mundo. Si hubiera
caminado por la calle, como hacemos todos, no le habría pasado nada, porque
tendría los méritos de todos junto a los de él…
Pero ahora que hizo algo
distinto, ¿anunciarlo con parlantes?, sólo por eso...
Ya dijimos: dijo rabi
Janina, ningún hombre puede inclinar un dedo hacia abajo, sin que antes esta
acción haya sido anunciada desde Arriba (Julin 7b). Y en esta
Guemara el anuncio no se hace con un automóvil y un parlante, sino que la
proclama se realiza en todos los mundos!!!
Esta es nuestra
forma de pensar. Pero, ya dijimos,
existe un abismo entre la forma de pensar de Iaacov Avinu y la del virrey de
Egipto. O sea, entre el pensamiento de Israel y el del faraón y Amalek.
Por eso voy a contarles
algo:
Tuve que ordenar un
asunto en Tel Aviv. Y pude hacerlo completo, en un solo día, Baruj Hashem. Salí a la calle,
y faltaba media hora para el comienzo de mi clase en Bnei Brak.
Dije: Dueño del Mundo,
encuentra un taxi para mí…
Y Hakadosh Baruj Hu es
Bueno y reparte Su Bondad a los malos y a los buenos, escucha la oración que
sale de cada una de las bocas con toda Su Piedad.
Un taxi se detuvo frente a
mí, un pasajero terminó su viaje y está pagando. Baja y yo subo…
¡Ah! ¡Qué alivio! ¿Puedo
bendecir “Hatov Veametiv”? “Hatov”, un bien para mí, que estaba desesperado por
un taxi, “Vehametiv”, que hace el bien al conductor del taxi, porque ni bien se
desprende de un pasajero ya tiene otro esperando…
Comencé a hablar con el
conductor del taxi: ¡mire qué grande es el favor que hace nuestro Creador!
Acaba de bajar un pasajero, y ya, en su lugar, está subiendo otro!
Pensé que con mis palabras
lo haría emocionar: créame, me dijo, esto ya me pasó hoy tres veces.
Usted sabe, a veces, hay días “secos”, usted viaja y viaja, y no sube nadie,
nadie lo detiene por ningún lado. Nada, cero. Y hay días, como hoy, cuando baja
un pasajero, ya está subiendo el próximo.
Yo sigo con mi discurso: podemos
palpar la Supervisión Divina…
Y él también sigue con su
discurso: como usted dice, todo es cuestión de suerte…
¿Entonces? Mejor hablen ustedes…
Traducido del libro Vehigadta.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom
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