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NAZIR ¿SANTO O
PECADOR?
“Esta es la ley del
Nazir…”
(Bamidvar 6,13)
En nuestra perasha
aparecen escritas todas las leyes del “nezirut”. Y
nuestra pregunta es cuál es la opinión de nuestros sabios sobre
el Nazir, resulta ser buena, o es algo para investigar…
Queremos saber si es bueno o conveniente
decidir ser Nazir, y comprometernos a todas las
promesas que eso requiere, para elevarnos espiritualmente y santificarnos.
O tal vez deberíamos decirle a la
persona: ¿no te alcanza con lo que ya prohíbe la Tora,
para venir y prohibirte más cosas? ¿Acaso ya cumpliste todos los
preceptos cuidando cada detalle y con la máxima meticulosidad? Porque
vemos que ahora quieres comprometerte a nuevas exigencias y a una mayor
severidad…
Y en verdad, sobre el tema encontramos dos opiniones, que chocan una
con la otra. Investigando la cosa, las dos opiniones encontradas, se justifican
a partir de los escritos sagrados. Una eleva al Nazir
y lo alaba: “será Santo, dejará crecer su cabello”,
está a la vista que la Tora le da jerarquía, al llamarlo Santo.
La segunda opinión se toma del segundo
versículo: cuando dice que el Nazir
deberá acercar su ofrenda, su Korban.
Tendrá que traer un Korban Jatat,
el sacrificio para el pecado, “y recibirá su perdón porque pecó
sobre su alma”. El está obligado a traer algo para conseguir el
perdón, por haberse hecho sufrir, por encerrarse a sí mismo y
obligarse a cosas que la Tora no lo ha obligado.
Y ahora, nosotros estamos confundidos:
¿cómo podemos explicar los dos versículos de una sola vez? El Nazir, ¿es Santo o es un pecador?
Y también en este estudio tendremos
que recurrir a una regla que se aplica siempre en estos casos: cuando hay dos versículos
que se contradicen entre sí, tendremos que esperar a que llegue un
tercer escrito que se incline hacia una de las dos posiciones.
Y en este caso, también llegó
el tercer escrito, una “barraita” que nos abre los
ojos: estudiamos, dijo Rabi, ¿por qué en la Tora
aparecen juntas la perashat Nazir
y la perashat Sota? Para decirnos, que la persona
que llega a ver a una Sota en su caída, que se cuide del vino y no tome
(Berajot 63a).
¿Qué quiere decirnos la Guemara?
Seguro que la
intención no dice que sea necesario agregar vallas y restricciones. Y
como ya hemos dicho, ojalá que podamos cumplir
todos los preceptos que la Tora nos ordena con la belleza, con el
detalle y con la alegría necesarios para el cumplimiento de cada
precepto.
Y si Hakadosh Baruj Hu ha creado el vino para que se alegren nuestros
corazones, ¿por qué no podemos tomar? Desde luego, en forma medida para
no llegar a la borrachera. ¿Y por qué no podemos alegrarnos?
Lo que ocurre a veces, es que un hombre se
encuentra en medio de un ambiente “hostil”, por así llamarlo, un
ambiente que puede provocarle un descenso espiritual, rodeado, por ejemplo, de
gente que no tiene lo que hacer y pierde su tiempo en diversiones vanas y en el
libertinaje (aclaramos que aquí se trata de “diversiones vanas”, porque
así como Hakadosh Baruj
Hu nos permite y nos empuja hacia la alegría, esa alegría debe
ser sana y no enferma, Jalila). Cuando una persona,
lo alenu, se encuentra en un ambiente como ese, tiene
la obligación de encerrarse en la “jaula del nezirut”,
alejarse del vino y encerrarse detrás de todas las puertas que pueda
cerrar, para no mezclarse con ese aire envenenado…
Este tema, el alejamiento del mal, lo estudiamos de las leyes de Rabenu Harambam ztz”l.
El escribió (Halajot
Deot 3,1): que el hombre tiene prohibido
encerrarse y ocultarse (del cumplimiento de los preceptos), porque ese es un
mal accionar, y está, por ende, prohibido conducirse de esa forma. Y el
que no haga caso y vaya por esos caminos, será llamado “pecador”.
Esto se aprende del Nazir…,
dijeron nuestros sabios: si el Nazir, que solamente
se apartó del vino, necesita pedir perdón por lo que ha hecho,
qué diremos del que se aparta de muchas cosas más…
Por esto, nuestros sabios ordenaron que el
hombre no puede privarse por sí mismo sino de
lo que la Tora
prohíbe, y nada más. Nadie puede prohibirse cosas por su propia
cuenta si la Tora
no lo prohíbe… Sobre esto ya habló el rey Shlomo
con su gran sabiduría, y dijo: no seas muy Tzadik
(muy justo) ni tampoco demasiado Jajam (demasiado
sabio).
Lo que dijo Shlomo Hamelej es simple, pero no está de más
explicarlo: no queramos ser más justo que el justo, ni más sabio
que el sabio. No expliquemos las leyes según nuestro entender. Los
grandes sabios del pueblo de Israel ya se quemaron las pestañas para
entregarnos todo servido y bien explicado. Y ahora nosotros pretendemos ser un
sabio oculto o un nuevo justo, una gran revelación, que tiene más
leyes que las que nos ordena la Tora…
Nuestros jajamim
pudieron atrapar la gran inteligencia que Hakadosh Baruj Hu le dio al hombre, y con ella, profundizar en la
mente de las personas.
Ellos, los sabios, prohibieron a las personas
vivir en un lugar donde no haya jardines con verduras (Talmud Ierushalmi, Kidushin 4,14),
y dijeron: si una persona se rehusa a vivir una
buena vida en este mundo, esta acción será una mala señal
para él (Horaiot 10b).
¿Y por qué no puede hacer esto? ¿Por
qué los hombres justos no son dignos de disfrutar de los dos mundos?,
pregunta la Guemara.
En otras palabras, ¿por qué un hombre
justo, que quiere ganarse su lugar en el Olam Haba,
no puede disfrutar del Olam Haze?
Pero, el Rambam
también estableció, que si un hombre vive en una ciudad que
tiene, en su gran mayoría, una mala conducta, y donde la sociedad hace
daño a su espiritualidad, este hombre debe abandonar la ciudad y
escaparse… ¡al desierto! Como ya lo dijo el profeta Irmiahu:
¡Quién podría darme un hotel en el desierto para que yo abandone
todo y me aleje! Porque cuando en el aire se respira peligro, cuando el aire
está envenenado, hay que provocar una separación, darnos un
espacio y colocar allí una barrera.
Por eso, ¡la persona que ve a una mujer
Sota en su caída, debe alejarse del vino!!!
No, hasta donde nosotros sabemos,
ningún hombre, al ver un mal ambiente, preparará sus valijas y
escapará al desierto. Pero nosotros debemos tomar la enseñanza
adecuada de la perasha del Nazir
y de lo que dicen nuestros sabios. Cuando vemos que en la calle el aire
está envenenado, tenemos que buscar escudos para defendernos. Poner una
barrera que no permita que respiremos ese aire viciado. O meternos dentro de
una burbuja.
De otra forma, hay un peligro inminente,
podemos caer, rápida o lentamente, en un pozo muy profundo o sobre una
superficie plana. Donde sea, pero vamos a caer. Y el peligro existe. Aunque no
lo veamos (no, no diremos que el sol siempre está), aunque no lo veamos
el peligro está al acecho. Y a veces no nos damos cuenta de que estamos
cayendo.
Y aquí no hay una pregunta. Todos
sabemos que el entorno “empuja”. Como dijo el Rambam:
la gente tiene una forma común de comportarse, y es dejarse llevar
por las costumbres y por las acciones de sus compañeros y conocidos, y
finalmente, terminará comportándose como la gente que lo rodea.
Así es la naturaleza de las personas,
y no podemos negarlo. ¿Acaso nunca escuchamos una frase como ésta?:
¡Papá! Yo voy a hacer así…, ¿por
qué no?... si todos lo hacen!!!
El que diga que no lo escuchó es
sólo porque no tiene hijos…, o si los tiene, porque no los
escuchó bien…
¿Y qué podemos hacer? Cuidarnos, hacer
funcionar los frenos, estar presentes en más cursos de Tora, escuchar conferencias para “despertar” y
fortalecernos, alargar nuestras comidas de Shabat con
más cantos y más palabras de Tora, y
aumentar más y más nuestro estudio.
Entonces, no sólo podremos salvarnos y
salvar a nuestros hijos, sino que también podremos alumbrar a todo el
mundo que gira a nuestro alrededor.
Traducido del libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa
Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom