Untitled Document
בס"ד
¿DONDE ESTA LA FUENTE?
“y a los hijos de las concubinas que tuvo
Abraham,
Abraham
les dio regalos”
(Bereshit
25,6)
Es conocido
el relato sobre el sacerdote de otra creencia que decidió hacer caer a los
iehudim, provocando la destrucción espiritual, lo alenu.
¿Qué hizo?
Aprendió la lengua hebrea y contrató un “More” para que le enseñe Guemara. Ese
More hizo lo contrario a lo establecido por la “Halaja”, la ley, ya que está
prohibido enseñarle Tora a un no iehudi (salvo en el caso en que el no
iehudi tenga la seria intención de convertirse al judaísmo, en ese caso las
leyes son diferentes, pero no es nuestro caso, ya que ese hombre sólo pretendía
hacer daño a nuestros hermanos).
Bien, el
hombre estudió Guemara con el More, y cuando se sintió seguro, ingresó a
estudiar en una Ieshiva, desde luego, haciéndose ver como un “Ben Ieshiva”.
Su idea era
precisa, en contacto con otros alumnos, tenía la posibilidad de convencerlos
para que se aparten de nuestra fe, haciéndolos escuchar cosas despreciables
mezcladas con idolatría, y de esa forma, Hashem nos guarde, pretendía hacer
“caer” a los alumnos o convertirlos en personas malvadas.
Se
sentaba a estudiar con mucha constancia, como los demás alumnos de la
Ieshiva. Cuando el Rosh Ieshiva, el gaon rabi Iojanan Aibshitz ztz”l
entró al Beit Hamidrash, hizo una mirada global al salón de estudio, y se
dirigió, directamente, hacia este alumno. Comenzó a hablar con él, y con su
inmensa sabiduría logró enrollarlo con palabras hasta que reconoció quién era y
cuáles sus propósitos, haciendo que salga expulsado de la Ieshiva, con gran
vergüenza…
Los alumnos,
que habían estado en contacto con él, estaban extrañadísimos. ¿Cómo había hecho
el Rosh Ieshiva para identificarlo tan rápidamente y para hacerlo confesar? Los
alumnos estaban todo el día con este “compañero” sin haberse dado cuenta de
nada.
El rab les
dijo: pude ver que era diferente, distinto de todo el resto. Todos ustedes,
cuando estudian, se mueven con energía, se ven las ganas de estudiar en cada
uno. En cambio él, estudiaba inclinado, casi congelado, como si estuviera
revisando un error de cálculos. De inmediato entendí que se trataba de un no
iehudi…
El rab
agregó que recordó las palabras del Zohar Hakadosh, que el alma del iehudi está
conectada con los cielos, y todo el tiempo está tratando de absorber
espiritualidad. Por eso, los iehudim nos movemos cuando estudiamos o en los
tiempos de Tefila, como la llama de la vela, que se mueve y se mueve, sin
encontrar descanso…
Y en
efecto, así es el alma iehudi. Se desespera por estudiar Tora, por alabar al
Creador, esta es la esencia de la vida, llegar a la satisfacción espiritual.
Dichosos son
los que, Baruj Hashem, recibieron una educación con Tora, que abrió frente a
ellos un mundo maravilloso, tan maravilloso. Un mundo de tanta satisfacción… Un
mundo verdadero… El mundo del Iahadut y sus tesoros.
Pero,
lamentablemente, hay muchos, muchísimos, que no pudieron ver esos tesoros.
Algunos no pudieron conocerlos, y para otros, el camino fue obstaculizado,
cuando les arrancaron sus tradiciones.
En sus
almas, no tienen descanso, porque están buscando el verdadero camino.
Ponen una
mochila en sus hombros, y salen a buscar algo que llene sus vidas. La mochila
es muy pesada, pero no les impide hacer una recorrida por las llanuras de la
India, y por los montes del Tibet, por los templos (de idolatría) del Nepal o
por los monasterios de Birmania…
¿Un iehudi
necesita recorrer todos esos lugares donde solamente existe la idolatría? Junto
con la pobreza, la discriminación y otras cosas no menos desagradables.
¿Qué podemos
decir? Es la moda, hacer turismo en esos países exóticos. Esos países donde sus
habitantes viven en la extrema pobreza, están gobernados por una elite, que
promociona el turismo. Construyen hoteles imponentes y centros comerciales,
sólo para turistas, porque la gente se muere de hambre. Y algunas de las
atracciones puede ser, por ejemplo, ese “faquir”, que se pasa sentado en
inmóvil durante días, con sus largos cabellos grises que cuelgan sobre sus
hombros y las uñas larguísimas. También ese hombre, aunque sea una atracción,
muere de hambre. Para entrar a verlo, tuvimos que ingresar entre unos túneles
construidos con arcilla.
Hablaba en
un extraño inglés, sobre cosas misteriosas, pero todo sin sentido.
El hombre le
preguntó a un grupo de turistas iehudim: ¿de dónde son ustedes?
Y
contestaron: de Israel.
¿Ustedes son
iehudim?
¡Sí!
Entonces,
¿qué hacen aquí? Ustedes son el origen de todo, pueden volver a casa y
dirigirse a sus casas de estudio, allí podrán encontrar todo, absolutamente
todo…
Lo que
nosotros tenemos aquí, y que ustedes están viendo, es sólo una copia mal
copiada, una copia borrosa, aquí todo es oscuro, y en Israel, en las casas de
estudio de los iehudim, está la luz.
En pocas
palabras, este hombre los mandó de vuelta a sus casas, para que salgan de la
oscuridad y vayan a buscar la “luz”…
Y esto no
ocurrió una vez, ni dos, sino muchas veces. Mucha gente que estuvo allí, volvió
aquí, a la tierra de Israel, sabiendo ahora cuál es la verdad. Porque de padre
a hijo, de maestro a alumno, les susurraron allí, en el lejano oriente, una
gran afirmación: nosotros no tenemos historia, no tenemos un origen de donde
sale todo esto, hay una gran verdad, que está en manos del pueblo iehudi.
Y el
versículo, está en nuestra perasha: y a los hijos de las concubinas de
Abraham, Abraham les dio regalos, y los envió lejos, lejos de Itzjak. Todo
esto hizo Abraham mientras seguía con vida, porque, tal vez, sentía miedo de lo
que podría pasar si moría y estaban todos juntos. Los envió al este, hacia la
tierra de Kedem. Y Rashi explica que les dio regalos y un nombre impuro…
Y está escrito en el Zohar Hakadosh que Abraham Avinu les enseñó todas las
cosas más bajas de los mundos espirituales.
Solamente
Itzjak Avinu estuvo sobre ellos, y aprendió de su padre nuestra Tora y los
secretos de la sabiduría, y se excluyó del resto, uniéndose a Hakadosh Baruj
Hu, y estudiando cómo Hashem gobierna Su Mundo.
El resto,
estudió cosas vanas y bajas, tuvieron una sabiduría fragmentada, fueron hacia
la tierra de Kedem, o sea al este, y de ellos se formaron todos los cultos del
lejano oriente. Una sabiduría fragmentada y limitada, desde sus comienzos,
torcida y nublada, durante decenas de generaciones.
En cambio,
aquí, donde guardamos la sagrada Tora, con toda su pureza original, la verdad
tan maravillosa, la Santidad, todo concuerda, todo tiene fundamento, nada está
en el aire, como en su comienzo, como en su origen…
¿Para qué ir
a buscar en pozos rotos, cuando en nuestras manos está la fuente, el origen de
todo? Tenemos la fuente de aguas vivas, la sabiduría tan elevada que nunca
llega a su fin. Ya lo dijo Shlomo Hamelej (Mishle 8,34): dichoso
el hombre que me escucha (a Hashem), que golpea a Mi Puerta todos los días,
porque encontrará la vida…
Traducido del
libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben
Shloime z”l
Lea (Luisa)
Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat
Abraham Avinu Aleha
Hashalom
|