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Aprendí
que el coraje no era la ausencia de miedo,
sino el triunfo sobre él.
Nelson Mandela
Escribo
esto un día horrible, una semana horrible, un mes horrible. Ayer había
empezado a relajarme porque tuvimos un día tranquilo, pero a la noche
fue el atentado en Beer Sheva y volví a los niveles astronómicos
de ansiedad con los que vivo estos días.
Me dormí
llorando porque cometí el error de ver el video del atentado. Y cometí
el error de leer las noticias. Y cometí el error de ver la foto del soldado
muerto y la del eritreo a quien confundieron con un terrorista. Y si uno comete
esa serie de errores no queda otra opción más que irse a dormir
llorando. A esta altura, después de 40 atentados, ya debería saberlo.
Hasta hace
un mes salía de casa con el gas pimienta en la cartera. En estos días
lo llevo en la mano, y cuando paso por el parque en donde jardineros árabes
trabajan con sierras eléctricas, lo llevo listo para disparar.
Mi marido
dice que exagero. Que no es para tanto. Que perdí la proporción
de las cosas. Y yo le creo. Pero también sé que se equivoca.
Se
puede ser cobarde y valiente al mismo tiempo.
Soy cobarde
porque en la calle camino mirando para todos lados, sobre todo hacia atrás;
esos monstruos salvajes asesinos atacan por la espalda. Pero soy valiente porque
tengo la seguridad de que defendería a mis hijos con mi vida si tuviera
que hacerlo.
Soy cobarde
porque dejé de ir a la verdulería y en cambio hago el pedido por
teléfono. Pero soy valiente porque no querría estar en ningún
otro lado, Israel es mi casa.
Soy cobarde
porque me sobresalto si me choco de sopetón con alguien en una esquina.
Pero soy valiente porque jas ve jalila, estaría dispuesta a hacerle frente
a un terrorista.
Soy cobarde
porque se me acelera el pulso cuando escucho helicópteros o sirenas.
Pero soy valiente porque a pesar del caos, le sigo contando el cuento a mi hija.
Soy cobarde
porque paso gran parte del día con miedo. Pero soy valiente porque sigo
mandando a mis hijos a estudiar, ir a casa de sus amigos, seguir con sus vidas.
Soy cobarde
porque de noche tengo pesadillas. Pero soy valiente porque al día siguiente
me despierto y empiezo de nuevo, con una sonrisa.
Soy cobarde
porque estoy asustada. Pero soy valiente porque soy judía.
Am
Israel jai ve kaiam.
Extraído
del blog Extrañas
en el paraiso con autorización de la escritora
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