Nuestra parashá comienza relatándonos acerca de la inauguración del Mishkán (Tabernáculo). Ese día fue un día de fiesta para todo el pueblo, por la alegría que tenían al haber podido construir un Templo donde podrían ofrecer sacrificios y obtener el perdón de Di-s.
Sin embargo, el pueblo no pudo terminar ese día con alegría, ya que ese día fallecieron dos hijos de Aharón Hacohen - Nadav y Avihú - después de haber ofrecido a D'os un "fuego extraño" que no se les había ordenado.
Y en medio de esa confusa situación en la que se encontraba Aharón, donde por un lado estaba la alegría de la inauguración del Mishkán y por el otro la muerte de Nadav y Avihú, sus hijos, "Moshé le dijo a su hermano: A esto se había referido D'os cuando dijo: Mediante los que están cercanos a Mí Yo seré santificado y sobre el pueblo seré honrado" (Vaikrá 10:3).
Entonces la Torá nos cuenta cómo reaccionó Aharón: "Y Aharón permaneció en silencio".Hay varios puntos que son difíciles de entender en este episodio. En primer lugar: ¿De qué manera quiso Moshé consolar a su hermano al decirle que por ser ellos los más cercanos a Di-s, tuvieron que pagar un precio tan alto?
Y lo que más cuesta entender es que el mismo Aharón que la Mishná en Pirké Avot atestigua que amaba a todo el pueblo y sufría cuando dos judíos se peleaban, es el que aquí no lloró por sus hijos. Si es que realmente él era tan sensible por los sentimientos de las personas, ¿por qué no lo manifestó con sus hijos cuando naturalmente el sentimiento de un padre hubiese sido llorar o expresar su dolor de alguna u otra forma?
Para poder responder a estas preguntas debemos entender que el mensaje que Moshé le quiso transmitir fue que sus hijos no fallecieron únicamente por su propio pecado, sino que algo más grande estaba oculto en toda esa situación tan dolorosa para Aharón.
Entonces, Aharón entendió que el fallecimiento de Nadav y Avihú conllevaba un beneficio directo para el pueblo.
De hecho, en las pocas palabras que Aharón escuchó de Moshé se encuentra una de las bases de nuestra emuná.
Muchas veces, el pueblo peca delante de D'os hasta tal punto que Élconsidera que llegó el momento de ajusticiarlos. Sin embargo, por cuanto que Di-s siempre entremezcla Su atributo de misericordia incluso al comportarse con justicia y rigor con Sus hijos, hay veces que D'os decide tomar a un tzadik que se esforzó durante toda su vida para vivir apegado a Di-s, y no castigar a cada persona por separado, ya que si fuese así no quedaría nada de ellos.
Es decir que en lugar de castigar a muchos que tienen poco valor, hay veces que, gracias a Su misericordia, Di-s prefiere tomar a una persona que vale por todos ellos, y de esta manera les da a los demás la posibilidad de mejorar y acercarse a él.
La pregunta es: ¿Si Di-s a veces decide comportarse respecto de las demás personas con más misericordia de la que merecen, por qué esto es a costa del rigor y la dureza con la que se comporta respecto de aquel tzadik que es tomado por pecados que no cometió?
La respuesta es que según la óptica de la Torá, en esas situaciones el más beneficiado es realmente el tzadik.Y esto se debe a que cuando aquí hablamos de un tzadik no estamos hablando de una persona que se limita a cumplir todo lo que Di-s ordenó en la Torá, sino que nos estamos refiriendo a una persona piadosa y muy elevada espiritualmente, que toda su vida estuvo al servicio de Di-s y del pueblo de Israel, y está verdaderamente contenta de sufrir él para que se beneficien sus hermanos.
Además, todos sabemos que toda nuestra finalidad en este mundo es ganar el mérito de estar eternamente cerca de Di-s en el Olam Habá, lo más cerca posible. Y este tzadik que Di-s elige en lugar del pueblo, realmente tendrá un mejor lugar en el Olam Habá, pues antes sólo le correspondía disfrutar de los frutos de todo su esfuerzo en este mundo, pero ahora su alegría es mucho mayor ya que pudo acceder a cumplir en forma ejemplar la voluntad de Di-s al morir por el pueblo. Y esto es un mérito al cual no todos pueden acceder aunque quisieran hacerlo, ya que incluso si alguien quisiera morir por los judíos, eso no significa que Di-s aceptará su generoso ofrecimiento.
Es por eso que cuando Aharón escuchó de Moshé que Nadav y Avihú fueron elegidos por Di-s como kapará (expiación) por las personas de aquella generación "Aharón permaneció en silencio", sin cuestionarle nada a Di-s, pues entendió que en el Olam Habá que es eterno, sus hijos estarían muy cerca de Di-s.
De este episodio que la Torá nos relata debemos aprender que no tenemos que entender cada hecho de la vida según nuestro limitado entendimiento, sino que debemos enfocarlo desde la perspectiva de la Torá, que es la verdadera. La base fundamental para llegar a eso es intentar ver el lado bueno de cada situación, y si nos es difícil encontrarlo tenemos que saber que todo lo que Di-s hace es para bien, aunque en ese momento no lo podamos percibir.
Nosotros sabemos que toda la vida del judío como tal se rige según las halajot legisladas en el Shulján Aruj, el cual está a nuestro alcance poder cumplirlo y esa es nuestra verdadera función como judíos.
Dice Rabí Iosef Caro en el Shulján Aruj (222:3):
"La persona está obligada a bendecir por las cosas malas que le puedan ocurrir con consentimiento y serenidad así como él bendice con alegría por las cosas buenas, porque para los servidores de Di-s el mal es su alegría y su bien al recibir con amor el decreto de Di-s sobre ellos. Entonces resulta que al aceptar el mal él está sirviendo a Di-s, y esa es su alegría".
Vemos que el hecho de recibir todo lo que nos ocurre con alegría no es sólo una linda teoría o un consuelo para poder sobrepasar la situación, sino que es la realidad espiritual a la cual debemos aspirar llegar.
En una oportunidad un judío se acercó al Noam Elimelej, quien se destacaba por su santidad, su gran sabiduría en todos los terrenos de la Torá y en especial por su emuná.
Este judío tenía una vida muy sufrida y los problemas eran su constante compañía, entonces él optó por ir a lo del Noam Elimelej para preguntarle cómo se puede cumplir la halajá que dice que de la misma manera que se bendice por el bien así también se debe bendecir por el mal.
El Rab se dio cuenta de que toda explicación no serviría de nada a causa del estado de ánimo de ese pobre hombre, y le dijo que realmente no sabía qué responderle.Pero le aconsejó que viajara a la ciudad de su hermano, Rav Zuya, ya que él si le podría responder.
Al llegar a la ciudad, este hombre preguntó donde vivía Rab Zuya, y con la ayuda de la gente no demoró en encontrar la dirección. En su apariencia externa la casa que le indicaron no parecía ser la de un rabino tan importante. Golpeó la puerta y cuando ésta se abrió pidió hablar con el Rabino.
Pero al entrar, este pobre hombre no podía creer lo que sus ojos veían.
Allí el vio una pobreza total. Las sillas eran tan antiguas que cuando la persona se sentaba era difícil mantener el equilibrio. Su desconcierto fue aún más grande cuando la esposa de Rab Zuya le dijo que el Rab estaba en su habitación porque no se sentía bien, pero de toda maneras lo invitaba a pasar. El rab Zuya estaba recostado sobre un colchón cuya vida útil ya había terminado muchos años atrás. A pesar de que se veía que el Rab no estaba bien de salud, lo atendió con una sonrisa y le preguntó qué necesitaba.
Entonces este judío le dijo que quería saber cómo se podía cumplir con la halajá que dice que hay que bendecir por el mal de la misma manera que lo hacemos por el bien.
En ese momento Rab Zuya lo miró a los ojos y le dijo que lamentablemente él no podía explicárselo, pues nunca estuvo en esa situación, ya que gracias a Di-s, en su casa no faltaba nada. Tenía la comida indispensable, y con respecto a su enfermedad, estaba feliz de que aún seguía en vida. Por lo tanto no sabía a qué mal se refería la halajá, ya que él vivía muy bien y nunca tuvo nada malo.
En ese momento este judío entendió que si la halajá nos exige agradecer por el mal, es porque la persona está capacitada para llegar a eso, y sólo depende de su preparación.