SE TERMINO LA PACIENCIA
“Como la nodriza lleva al lactante” Bamidbar 11,12
Cuarenta años Moshe Rabenu condujo al pueblo “soportando” todo (recordemos que las quejas siempre eran contra él) “como la nodriza que lleva al lactante”, y jamás se escuchó un reclamo de su parte. Tanto cuando se quejaron o cuando traicionaron, cuando pecaron o simplemente cuando sólo querían molestar a Moshe y, desde luego, a Hashem Itbaraj.
Pero en esta perasha, en este punto, se terminó la paciencia de Moshe, que se sintió fuera de lugar: “y Moshe le dijo a Hashem, ¿por qué hiciste mal a tu siervo?, ¿por qué no caí en gracia a tus ojos y me has puesto a mí semejante carga como lo es este pueblo?... si esto me haces… mátame por favor…”
¿Qué pasó? El pueblo pide carne, se cansaron del Man… Piden una comida a la que no sólo le sientan el gusto sino que también se vea gustosa (como dice la gente: que la comida entra por los ojos), quieren variedad de comidas. Recordaron los zapallitos, las sandías, el ajo y las cebollas que comían (¿?) en Egipto…
¿Y qué?
Cuando Hakadosh Baruj Hu le transmite a Moshe Rabenu que debe darles carne, Moshe pregunta: “si yo juntara para ellos todos los peces del mar, ¿encontraré lo que ellos piden?”
¿Cómo se entiende la pregunta? En el mar hay billones, trillones de peces, ¿acaso no alcanzan para seiscientos mil hombres?
Explica rabenu Don Itzjak Abarbanel ztz”l, y sus palabras son tan actuales… si ellos piden carne, no es algo tan terrible. Pero llorar por la escasez de carne cuando tienen alimento en abundancia, demuestra que el pan, para ellos, no entra en sus pensamientos, sino sólo la carne, o sea, buscan variedad y cosas no indispensables. Cuando Moshe Rabenu entiende esto, siente un gran temor. Porque si el pueblo está pidiendo variedad y corren detrás de lo innecesario, sus pedidos no tendrán límites, no hay un final, siempre podrán quejarse y pedir algo más. “si logro juntar todos los peces del mar, ¿quedarán satisfechos?” Les puedo dar sardinas, y pedirán salmón. Les daré salmón, y pedirán caviar. Cuando corremos tras lo innecesario, no hay freno que nos detenga.
Esto es algo probado, conocido, y que nuestros sabios nos lo enseñaron y nos previenen: cuando el hombre está contento con lo que ha recibido, y de a poco va mejorando su calidad de vida, está en la condición óptima. Pero cuando su pensamiento se inclina completamente a buscar más y más, aire acondicionado, horno de microondas, automóvil, una mansión… ¿dónde encontrará el freno? El se aplasta a sí mismo y a toda su familia en esta carrera interminable.
Y entonces, inclusive Moshe Rabenu, el pastor honesto, “levanta los brazos”, se siente impotente, y ofrece su renuncia como conductor del pueblo. Porque no existe nadie que pueda detener la carrera en busca de las cosas que no son necesarias.
Esto ocurrió en los días del gaon, rabi Abraham Alshej ztz”l. El ministro principal del rey, Godaasi, odiaba a los iehudim, y mientras paseaba por la orilla de un río, vio un hermoso viñedo donde florecían grandísimos racimos de uvas.
Y a pesar de que no le faltaban viñedos, el deseo se apoderó de él, lo dominó la envidia y el odio. Le dijeron: “es la propiedad de ese iehudi”, y su rostro enrojeció…
Preguntó: “¿ellos tienen muchos viñedos?”
Le dijeron: “gran cantidad de plantaciones y viñedos, además de enormes extensiones de campos de pastoreo”.
Se presentó ante el rey y comenzó a hablar contra los iehudim. Dijo: “¿por qué los iehudim hacen disminuir las riquezas del reino y no pagan sus impuestos?”.
Dijo el rey: “puedes hacer lo que creas conveniente”.
El ministro convocó a los iehudim más poderosos y aplicó a todos los iehudim fuertes impuestos para los próximos años…
Los iehudim dijeron: “hoy es día viernes, ustedes no trabajan. Mañana es Shabat Kodesh para nosotros. El día domingo nos sentaremos contigo y aceptaremos ser juzgados…”
Volvieron y fueron directamente a ver a su rabino. Lo encontraron en el Beit Hakneset (la Casa de Oración). Esperaron fuera, y el rabino salió a verlos. Cuando escuchó, dijo: “si alguno de ustedes cuenta lo ocurrido a cualquier persona, hoy o mañana, será expulsado de la congregación. No quiero que ningún iehudi entre al Shabat con tristeza o temor”.
En Shabat, después de la oración de la mañana, cuando sacaron para leer el Sefer Tora, el rab dijo: “todos pongan intención y concéntrense en mis pensamientos, y con el recuerdo encontrará su muerte”.
Todos contestaron: “Amen”, con el corazón.
Abrieron el Sefer Tora y leyeron la porción semanal.
En ese momento, Godaasi, el ministro del rey, montaba sobre su mula, y llegó al viñedo del iehudim.
Le dijo a los cuidadores: “yo quiero comer uvas”.
Le contestaron: “podemos darle de lo mejor del viñedo, los mejores racimos que hemos cortado”.
-“No, yo quiero de los que están en las vides”.
Le dijeron: “muy bien, le cortaremos y traeremos los mejores”.
-“No, yo mismo quiero arrancarlos con mis dientes”.
En su locura, corrió hacia uno de los árboles, y las ramas del racimo se atoraron en su estómago, sus intestinos estallaron y cayó… Así caen todos los enemigos de Hashem.
Esto es lo que provoca el deseo y la envidia que no conocen límites…
Cuando el rey se enteró de lo sucedido, dijo: “este es el pago del que pone su mano sobre los iehudim”. Envidió el viñedo, y el viñedo lo castigó. Y el decreto contra los iehudim se anuló.
Traducido del libro Maian Hashavua.
Leiluy Nishmat
Israel Ben Shloime z”l
Lea (Luisa) Bat Rosa Aleha Hashalom
Iemima Bat Abraham Avinu Aleha Hashalom