Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Nueva Hoja Shmini

¿QUIEN TIENE RAZON? ?Porque Yo soy Hashem, que los hice subir de la tierra de Egipto?? (Vaikra 11,45) No tenemos razón. Pero no siempre es así. Yo reconozco que es una declaración que muchas veces conviene hacerla. Pero como dice la gente: con la mano en el co
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¿QUIEN TIENE RAZON?

?Porque Yo soy Hashem, que los hice subir de la tierra de Egipto??

(Vaikra 11,45)

No tenemos razón. Pero no siempre es así. Yo reconozco que es una declaración que muchas veces conviene hacerla. Pero como dice la gente: con la mano en el corazón, ¿acaso ustedes siempre tienen razón? Yo, de todas formas, no puedo decir así sobre mí. Y no puedo generalizar cuando no existe nada particular, ¿cómo entonces podemos decir que nosotros, en general, siempre tenemos la razón?

Solemos decir que siempre, siempre, toda la justicia del mundo, toda la razón, está en nuestro entorno. En todo lo que emprendemos, en la forma en que manejamos todos los aspectos de la vida. Y esto provoca que nos miren de una forma no muy atractiva. Entonces, ¿quién tiene la razón?

Si hay algo ridículo al máximo, es escuchar una discusión o una pelea entre políticos. Uno se inclina hacia la derecha y el otro hacia la izquierda. Uno será de la coalición y el otro será de la oposición. Hay una sola cosa importante, discutir. No importa sobre qué, si discuten, podrán decir que llevan la política en su interior.

Y en general, las discusiones hacen subir la temperatura del ambiente, y el lenguaje que utilizan suele ser muy punzante. Y siempre los colores son el negro y el blanco. Cuando yo soy el blanco, soy puro como la nieve. Y nunca existirá el gris, ni la gama de colores. Siempre mi programa será normal, inteligente, adecuado para el país, algo que ayudará a que el estado de la gente sea más saludable, más aire, más seguridad pública, muchas garantías, muchas promesas.

Y el programa del que tengo enfrente, de la oposición, es sólo caos y tragedia. Quieren arrasar el país, y lloraremos durante muchos años después de ver el daño que harán. Generaciones enteras no podrán revertir tanta catástrofe.

Y cuando cambiamos de lugar, el blanco va al lugar del negro y el negro al lugar del blanco, las palabras que se dijeron aquí se vuelven a decir allí, y ya lo hemos visto todo. La forma de decirlo cambia pero la agresión es la misma, dicha de ciento cincuenta formas, y una más?

Y lo que podemos decir respecto a la izquierda y a la derecha, respecto a la coalición o a la oposición, también se puede decir en relación a las personas que cumplen la Tora y sus preceptos, llamados aquí en Israel, ?jaredim?, y los que no cumplen con la Tora, llamados ?jilonim?.

Entre ellos sólo hay resentimiento, y lo que estamos escribiendo puede quemar tanto como el fuego. Cada uno de ellos está seguro de tener la razón, hasta santifica su proceder, cada uno quiere hacer notar que el país tiene que moverse de acuerdo a su estilo de vida. Nosotros, queremos que las tradiciones y la herencia de pueblo sea parte del país. Y ellos, para erradicar todo lo que tenga que ver con la religión, promueven la inmigración de gente que no es judía, trayéndolos cueste lo que cueste, y regalándoles la ciudadanía sin ningún tipo de averiguación, ni de antecedentes ni de nada.

En cambio, cuando una persona, sea judía o no, quiere venir a este país para estudiar Tora, tiene todos los ?peros? en su contra.

Ellos quieren hacer desaparecer el Shabat, distribuir en toda la tierra la carne de cerdo (que hasta hace unos años estaba prohibido comerciar dentro del país, como así también estaba prohibido criar esos animales), animales sin la debida Shejita (o sea ?nevelot? y ?terefot?), además de mariscos, los conocidos como ?frutos del mar?.

Y todo apoyado por el gobierno, que le quita las cuotas a los programas y eventos que tienen que ver con la Tora, derrochando el dinero en lo que nos enseñó la cultura griega, del esparcimiento y el deporte, apuntando solamente a la belleza corporal y material, dejando de lado todo lo que sea espiritual.

Y nosotros gritamos hasta que se ahogan nuestras gargantas, y no tenemos razón?

Es decir, nosotros sí tenemos la razón, en cada palabra, en cada descripción de la situación. Las pruebas están a la vista, en cada rincón, en cada calle, en cada evento. ¿En qué no tenemos razón? En la forma en que nos comportamos. Hacemos igual que los políticos, le echamos la culpa al bando contrario, en lugar de buscar primero en nuestro lugar, dónde está el problema? Nuestro discurso resulta patético: siempre diciéndole al Angel malo que él tiene la culpa?

No vale la pena desperdiciar en palabras ni en energía. Nosotros derretimos el jabón, y al parecer no entendemos de dónde sale la espuma. Y nos preguntan qué es lo que pretendemos de ellos?

Y ellos tienen razón.

¿Por qué? Busquemos en las palabras de Rashi, en nuestra perasha. Cuando la Tora habla sobre la prohibición de comer bichos e insectos del mar, nos dice que son impuros, que impurifican y atontan el corazón del hombre en este mundo y en el mundo venidero.

Al final de la perasha está escrito: porque Yo soy Hashem, que los hice subir de la tierra de Egipto, para ser vuestro D-s, y ustedes serán santos, porque Yo soy Santo.

Y Rashi trae las palabras del ?Tana?, que estudiaron en la Ieshiva de rabi Ishmael: si Yo habría elevado al pueblo de Israel sacándolo de Egipto, solamente para que no se impurifiquen con los bichos del mar, habría sido suficiente? Y habría sido una gran elevación para ellos.

¿Qué nos están enseñando? Que si el único progreso espiritual que logró el pueblo de Israel fue no comer bichos del mar, ese progreso habría sido tan importante como para causar la ?Salida de Egipto?. A esto lo llama una ?categoría?, y a la vez, una ?elevación?, ¡con todas sus letras!

Y preguntaron nuestros rabanim: ¿sólo para esto?, ¿para esto Hashem tuvo la necesidad de sacarnos de Egipto? Si así fuera, podríamos habernos quedado en Egipto y cuidarnos de no comer alimentos prohibidos?

¿Cuál fue la respuesta de nuestros sabios? La persona que se encuentra en Egipto, con el corazón dentro de la suciedad que impera allí, metido dentro de los cincuenta ?grados? de impureza, para esta persona, no interesa si se impurifica un poco más comiendo bichos e insectos de consumo prohibido. ¿Qué le hace una mancha más al tigre?, como solemos decir?

Cuando algo está limpio, nadie se da cuenta si alguien vuelve a limpiar. Lo mismo cuando la suciedad es terrible, ¿se puede ensuciar más?... Pero cuando salimos de Egipto, cuando salimos de la fuente de impureza y dejamos allí toda la basura, hay diferencia entre impureza y pureza?

Esto es lo que muchos no entienden. ¿Por qué? Porque están como presos, encerrados. No saben de la riqueza, de la pureza de la vida de Tora, del mérito de llevar la bandera del judaísmo. No tienen la menor idea del ambiente maravilloso que está del otro lado.

Ellos leen sus periódicos, leen sus libros que les cantan canciones en las que se alaban a sí mismos y a la forma en la que viven. ¿En qué mundo están viviendo? Y en ese mundo, no hay nada que tenga valor, que se pueda elevar, salvo los placeres mundanos, las vacaciones, las pausas, los descansos. Vemos que todo lo que vale para ellos es lo que carece de valor o carece de contenido, hasta llegar al abandono total.

¿Y qué hay con nosotros? Solamente nos quejamos de ellos. El camino es convencerlos, pero no discutiendo, sino dando el ejemplo. ¿Qué hacer? Tenemos que ¡sacarlos de Egipto! Hacer más cursos de Tora, establecer centros educativos y tratar de inscribir en ellos más alumnos, hacer nuevos seminarios para mostrar qué es la Tora. Ese es el camino, ¡sin vueltas!

Traducido del libro Maian Hashavua.

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z?l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom



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