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Parashat Tetzave - Ohr Somayach

Resumen de la Parashá D-os le dice a Moshé que le ordene al Pueblo Judío traer aceite puro de oliva para la Menorá del Mishkán (Tabernáculo). Le explica a Moshé toda la vestimenta que debe preparar para los sacerdotes, las Bigdei Kehuná: el
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Resumen de la Parashá

D-os le dice a Moshé que le ordene al Pueblo Judío traer aceite puro de oliva para la Menorá del Mishkán (Tabernáculo). Le explica a Moshé toda la vestimenta que debe preparar para los sacerdotes, las Bigdei Kehuná: el pectoral, el efod, el manto, la túnica a cuadros, el turbante, la faja, y los pantalones de lino. Una vez concluida la tarea, Moshé deberá realizar una ceremonia durante siete días con el fin de consagrar a Aarón y a sus hijos. Se ofrecerán sacrificios, se vestirá a Aarón y a sus hijos con sus vestimentas respectivas, y se ungirá a Aarón con el aceite de unción. D-os ordena que todas las mañanas y todas las tardes, se ofrezca un carnero en el Altar del Mishkán. Estas ofrendas deberán ser acompañadas por una ofrenda de harina , y libaciones de vino y aceite. D-os ordena la construcción de un Altar para la quema de incienso, hecho de madera de acacia, y recubierto de oro. Todos los días, Aarón y sus descendientes deberán quemar incienso en dicho altar.


Comentarios a la Parashá

Contenido

"Y hablarás a todos los de corazón sabio..." (28:3)

La sociedad Burnham de psiquiatras judíos siempre organizaba una comida mensual. Los miembros se turnaban ofreciendo su casa como anfitriones. Siempre invitaban a oradores de gran sagacidad intelectual, que ofrecían amplio material de pensamiento. Médicos, científicos, economistas y personalidades de los medios de comunicación: todos ellos habían honrado las mesas de esas exclusivas reuniones de intelectuales.

Un día, se les ocurrió que nunca habían escuchado hablar a un rabino ortodoxo, así que decidieron llamar a la yeshivá local, y un distinguido rabino fue invitado a hablar en su próximo almuerzo.

El amable aplauso fue decreciendo mientras el rabino comenzó a hablar. Lo hizo en términos adecuados a su auditorio secular, pero su material de análisis era auténtica filosofía de Torá, de 3000 años de antigüedad, coronada por toda una vida de estudio.

Transcurridos unos diez minutos desde el comienzo de la charla, de pronto un miembro del auditorio dio un salto,y empezó a gritar y vociferar en forma histérica: "¡¡No lo dejen hablar!! ¡¡No lo dejen hablar!!". Su rostro estaba violeta y los ojos casi se le salían de las órbitas. "¡¡No lo dejen hablar!! ¡¡Párenlo!! ¡¡¡...si no, voy a tener que cambiar toda mi vida!!!"

Con eso, el hombre salió de la habitación como un rayo. A pesar de los intentos del rabino de averiguar quién era, nadie supo decirle su nombre ni su dirección.

En la Parashá de esta semana, aparece muchas veces la expresión "de corazón sabio".

Aparentemente, se trata de un oxímoron (figura retórica de autocontradicción). El corazón y la mente suelen tirar en sentidos opuestos. El corazón busca hacer realidad los deseos. La cabeza analiza y calcula.

¿Quién es "de corazón sabio"? La persona que pone sus emociones en la montura del intelecto; la persona que está dispuesta a escuchar a su intelecto, inclusive cuando sus emociones le dicen que tal vez deba cambiar toda su vida.

Rabí Yaakov Weinberg, Moshe Averick


"Su sonido será oído en el Santuario ante Hashem... para que no muera" (28:35)

Hace muchos años, cuando había una mala palabra en algún programa de T.V., se usaba un sonido especial para cubrir la mala palabra. Pero eso es cosa del pasado.

Hoy en día, el habla pública descendió a un nivel tan pero tan bajo, que ya ni las groserías nos causan sorpresa. Ya no hay casi nada que se considere agraviante, excepto, tal vez, por las personas que se sienten agraviadas...

El nivel del habla que la Torá le exige al judío pertenece a una galaxia absolutamente diferente, comparada a los "standards" de hoy en día. El judío tiene prohibido hablar mal de una persona aunque esté diciendo la verdad, a menos que tenga un propósito permitido al transmitir dicha información.

El Meil, el manto que usaba el Kohen Gadol, expiaba el pecado de las malas lenguas: las calumnias, los chismes y la lascivia. El manto era de color azul. Igual que el mar azul, que conoce sus límites y se mantiene dentro de ellos; igual que la cúpula azul del cielo, en la que los planetas se mueven únicamente según sus órbitas predefinidas, el Hombre tampoco debe desviarse de su objetivo Divino: actuar como un ser que cuida su lengua.

En la costura del manto, había campanitas. Cada vez que el Kohen Gadol caminaba, las campanitas sonaban. Y ese sonido recordaba que hay ciertas palabras que no podemos de ningún modo oír; que hay ciertas palabras que hay que "cubrir".

Kli Yakar


"... para que la luz siempre esté encendida" (27:20)

¿Cuándo el "tomar" es "dar"?

Una noche, un ciego se iba tropezando por la calle. Una persona lo vio y fue a ayudarlo. Lo tomó del brazo y, con su linterna, lo condujo de regreso a su casa. Al llegar, el ciego lo invitó a pasar. Ambos entraron, el hombre aún con la linterna en la mano.

"Fue tan amable conmigo. Por favor, permítame que le devuelva el favor", dijo el ciego.

"¿Me podría prender la luz, si no es molestia?".

El ciego alegremente complació su pedido. Aunque el hombre aún tenía la linterna en la mano, quiso que el ciego no sintiera que le debía un favor, y le dio la oportunidad de compensarlo, si bien, en realidad, el ciego no le estaba dando nada.

Hashem nos dio una mitzvá en la Torá: encender la Menorá. A pesar de que El no tiene necesidad de esta luz, El nos da la oportunidad de "darle al El" algo, para nos sintamos más cómodos con los regalos que El nos hace todo el tiempo, regalos que jamás podremos reciprocar.

De esto se aprende cómo darles a los demás: al dejar que los otros reciproquen, les estamos dando el regalo perfecto. Porque aunque lo que nos den no nos sirva, les estamos dando el regalo perfecto: aquél que, al ser recibido, hace que la persona se sienta bien.

En ese caso, "tomar" equivale a "dar".

Midrash, Rabí Yerujam Levovitz


"Harás vestimentas de santidad para tu hermano Aarón, para gloria y esplendor" (28:2)

Africa negra, hace cien años.

La temperatura es de 40 grados. La humedad, por encima de 98%.

El sol se pone sobre un vasto estadio de árboles.

Pero, en medio de la jungla, un inglés se viste de "frac" para la cena. Podrá estar a miles de kilómetros de Piccadilly, pero ni muerto va a dejar de cambiarse para ir a cenar.

Cuando los políticos posan para la cámara, todos comparten una extraña similitud. Podrán mantener opiniones diametralmente opuestas. Podrán provenir de los dos polos opuestos de la tierra, pero todos van de traje y corbata. El traje de negocios es símbolo universal de status y de rango.

La Torá nos dice que las personas le confieren status y esplendor a la persona. Hashem le dijo a Moshé que le hiciera vestimentas sacerdotales a su hermano Aarón, "para gloria y para esplendor". En otras palabras, la ropa le confiere honor y status a la persona.

Pero entonces, ¿por qué no todos van de traje?

Si es tan fácil obtener honor, ¿por qué la gente va vestida de remera y buzo? Si todos quieren honor y status, ¿por qué no elegimos el camino más fácil, yendo siempre vestidos con ropa formal?

El hombre es una combinación de dos elementos: el alma y el cuerpo. El alma quiere honor. El cuerpo tiene otra agenda...

Al cuerpo no le atrae la idea de ir de traje, porque no le interesa el honor. El honor implica responsabilidad. Si las personas nos consideran dignos de ser honrados, nosotros sentiremos la responsabilidad de estar a la altura de las circunstancias. La responsabilidad no es algo que le interese al cuerpo. El cuerpo quiere la libertad de gratificarse sin pensar en las consecuencias.

Rabí Shaul Miller, zz"l oído de boca de Rabí R. Subar

"Harás vestimentas de santidad para tu hermano Aarón, para gloria y esplendor" (28:2)

¿Por qué en Shabat nos ponemos la mejor ropa que tenemos? Uno de los motivos es porque queremos honrar este día tan especial. Pero hay otra razón más.

Otra pregunta:

Cuando los Kohanim realizaban el servicio del Beit ha Mikdash, debían llevar vestimentas especiales, y si no, el servicio era inválido. ¿Por qué los leviim no tenían también que vestir ropas especiales?

El servicio del Kohen es un servicio interno. Tiene lugar en privado, lejos de los ojos del mundo. Todo lo interno requiere una vestimenta. El alma, que es interna, requiere una vestimenta cuando llega a este mundo: esa vestimenta es el cuerpo. Los enviados espirituales, los ángeles, necesitan un cuerpo cuando ingresan a esta dimensión terrenal.

El trabajo del leví es externo, en público. Los leviim solían tocar instrumentos musicales y cantar en el Beit ha Mikdash. Por ser su tarea algo externo, no requería vestimentas especiales.

El Shabat también es una dimensión de lo interno en este mundo. El Shabat nos demuestra el interior de la Creación, el centro y el propósito de la vida. Por ser algo que revela aquello que es interno, necesita una vestimenta, y por eso vestimos nuestras mejores ropas en Shabat.

Admor Rabí Abraham de Sokachov

 


"Harás vestimentas de santidad para tu hermano Aarón, para gloria y esplendor" (28:2)

Cuando un astronauta emerge de su nave espacial, lleva puesto un traje enorme y abultado. El propósito del traje es simple y, a la vez, vital. Porque si no vistiera ese traje, en cuestión de segundos le herviría la sangre a causa del vacío del espacio. El traje es vital para la existencia del hombre que lo lleva puesto, pero nadie se confundiría, pensando que el traje es parte de la persona. La distinción es clara.

El cuerpo es como un traje de astronauta. Un traje que le permite al alma existir en este mundo. Ese es su propósito. Sin ese "traje espacial del alma", no podr[a2]íamos sobrevivir en este mundo.Con anterioridad al pecado de Adam y Javá, no existía la vergüenza, y por lo tanto, no había necesidad de vestimenta. Ellos percibían con claridad que la neshamá, el alma, era la esencia de una persona, y el cuerpo era solamente el "traje espacial". Sin embargo, después del pecado, esa distinción se nubló, y fue necesario demostrar que el cuerpo tiene importancia únicamente mientras sirva de soporte de la neshamá. Por ser el cuerpo visible, el hombre fácilmente se confunde, y le atribuye importancia primordial. La ropa, al cubrir el cuerpo, enfatiza que la esencia espiritual interna, la neshamá, que está oculta de la vista, es de una significatividad esencial.

El Midrash (Tanjuma Bamidbar 3) relata que cuando fue erigido el Mishkán, Hashem dijo que la tzniut (ocultamiento, recato) era sumamente adecuado en aquel sitio. El propio mishkán estaba cubierto igual que una novia, con un velo adelante y una cola detrás. La esencia del Mishkán es la Shejiná, la Presencia Divina, que allí reside. Si uno mira solamente la gloriosa estructura, atribuyéndoles santidad intrínseca a los materiales, olvidando la esencia espiritual, entonces el Mishkán se transforma en algo parecido a un ídolo.

Del mismo modo, la Torá ordena un grado extra de tzniut para la mujer judía. En las culturas seculares, las mujeres son menospreciadas y a veces, hasta reducidas a meros objetos físicos. Se pone énfasis en lo que ven los ojos: el traje de astronauta. Sin embargo, la mujer judía se viste de un modo tal que enfatiza la esencia de su ser interno. "Toda la gloria de la hija del Rey es interna".

Rabí Zev Leff, "Outlooks and Insights"
 

"Esto es lo que ofreceréis en el Altar: dos ovejas dentro de su primer año, todos los días (lit. al día), continuamente" (29:38)

Hay momentos en la vida en que todo parece estar bañado del resplandor rosado del sol de la mañana. La vida está llena de promesas y optimismo. Pero hay otras veces en que todo parece nublado y oscuro, y las tinieblas y la incertidumbre están al acecho.

Al describir la mitzvá de la ofrenda diaria, la Torá emplea una construcción gramatical inusual. En lugar de decir baiom, de día, prefiere decir, laiom, al día. A partir de esta anomalía, aprendemos una ley: el sacrificio de la ofrenda diaria debía hacerse a la luz directa del sol. La ofrenda matutina debía sacrificarse en la parte occidental del patio, para que el muro oriental no tapara los rayos del sol naciente. Y la ofrenda de la tarde debía sacrificarse en la parte oriental del patio, para que el muro occidental no tapara los rayos del sol poniente.

Ahora, que ya no gozamos de la cercanía a Hashem que nos ofrecía el servicio del Beit ha Mikdash, tenemos, en cambio, el servicio del corazón: el rezo.

Cualquiera sea la luz que brille en nuestras vidas, tanto sean los rayos optimistas del sol naciente, o el crepúsculo vacilante del atardecer, debemos tomar esa luz y hacer que ilumine nuestros corazones para que sirvamos a Hashem.

Basado en Rashi

 


"Aceite puro prensado para iluminación" (27:20)

La luz de la Menorá representa la luz de la Torá. El aceite de la menorá debía prensarse cuidadosamente, de a una aceituna por vez. No debía aplastarse, porque de ese modo se dejarían en él partículas y sedimentos. Y si bien éstos podían filtrarse posteriormente, el aceite de la Menorá debía ser puro desde el comienzo, no "colado" después.Esto puede entenderse como un paradigma de la enseñanza de la Torá: debemos transmitir la Torá pura y sin ningún tipo de adulteraciones, no "disfrazada" para que encaje en lo que es "políticamente correcto". La Torá no precisa de ningún "adorno" para hacerla más "apetecible".

La jeringa es como el sedimento en el aceite.

Aunque pensemos que la podremos filtrar más tarde, la Torá, como el aceite de la Menorá, debe ser pura desde el comienzo.

 


Haftará de Parashat Zajor

Shmuel I 15:1-34

La segunda de las cuatro parashiot que se leen en los meses de Adar y Nisán, es Parashat Zajor. Zajor significa "recordar". La Torá nos dice: "Recuerda lo que te hizo Amalek en el camino, cuando salías de Egipto". En Shabat Zajor, cumplimos la mitzvá de "destruir el recuerdo de Amalek de bajo el cielo", al leer esta sección de la Torá. Parashat Zajor siempre se lee la semana antes de Purim, porque en Purim celebramos nuestra salvación del más famoso descendiente de Amalek: Hamán.

La lectura de la Parashat Zajor es una obligación, y la persona que es llamada a la Torá para el "maftir" debe tener en mente que sus berajot y la lectura serán también para toda la congregación. Del mismo modo, los que escuchan deben tener la intención de que esa lectura les haga cumplir con su obligación.

La Haftará de Parashat Zajor describe otro encuentro más con los descendientes de Amalek: el Rey Shaul recibió órdenes de aniquilar a Amalek, pero no mató a su rey, Agag. Estando aún cautivo, el último de los amalekitas, Agag, logró engendrar un hijo, y fue de ese hijo que descendió Hamán.

"Pues estábais cansados y agotados y no temísteis a Hashem" (Devarim 25:18)

Los alumnos estaban inclinados sobre sus libros de Talmud, enfrascados en el pensamiento y en el análisis. De pronto, con el toque de la medianoche, se apagaron las luces. Salió una voz de atrás del Beit Midrash (sala de estudios): "¡A la cama!"

El Jafetz Jaim siempre apagaba las luces de la yeshivá de Radin a medianoche. Por mucho que los alumnos quisieran seguir estudiando, al llegar la medianoche, tenían que irse a dormir.

En el maftir de la parashá de esta semana, vemos los ataques de Amalek al pueblo judío.

Rashi explica que el versículo antedicho debe leerse: "Estábais cansados y agotados y él (Amalek) no temía a Hashem". Sin embargo, el Or ha Jaim ha Kadosh, dice que el versículo debe interpretarse "Estábais cansados y agotados y (vosotros, el pueblo judío) no temísteis a Hashem".

Si la falta de sueño y de descanso adecuado destrozan los nervios, tal como lo demuestra el uso de la falta de sueño en los más sofisticados métodos de tortura, cuánto más puede distorsionar nuestra visión, haciendo que dejemos de temer al Cielo.


Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.

Eshet Jayil

"Una Mujer de Valor..."

Taama ki tov sajra, lo ijbe ba laila nera.
Ella saborea su mercancía y la halla buena, su vela no se apaga de noche.

En esta canción de alabanza a la Torá, tal como la reflejan las virtudes de la "Mujer de Valor", se describe la emoción que causa el descubrimiento de la profundidad y la belleza del estudio de la Torá. Una vez que el judío ha saboreado la Torá, para él es tan buena que le ofrece inspiración para pasar tanto tiempo como le es posible dedicado a su estudio. Su luz no se apagará, pues su pasión por aprender lo mantendrá ocupado hasta muy tarde.



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