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Parashat Vaiera-3 - Ohr Somayach

Haftará La Haftará de esta semana se lee del libro de Melajim - Reyes II 4:1-37 Así como la nación de Israel empezó a existir a través del milagroso nacimiento de Yitzjak de una madre anciana, así D-os asegura nuestra continuidad con innumerabl
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La Haftará de esta semana se lee del libro de Melajim - Reyes II 4:1-37

Así como la nación de Israel empezó a existir a través del milagroso nacimiento de Yitzjak de una madre anciana, así D-os asegura nuestra continuidad con innumerables milagros a lo largo de la historia.

La haftará de esta semana narra algunos de los milagros que realizó el profeta Elishá. En una instancia, la viuda del profeta Ovadia es salvada de un acreedor implacable, cuando su ?último jarro de aceite es bendecido en forma maravillosa. Con esa pequeña botellita ella logra llenar todas las vasijas que hay en la casa con aceite, y así logra obtener dinero más que suficiente para pagar sus deudas.

En otra instancia, Elisha les promete a sus ancianos anfitriones un niño, que ha de nacer dentro de ese mismo año. El niño nace y crece, pero un día se enferma, sufre un colapso y cae muerto. La madre va a ver a Elisha; Elisha retorna junto a ella y resucita al niño.

"Y colocó su boca sobre su boca, sus ojos sobre sus ojos y sus manos sobre sus manos... y el cuerpo del niño cobró calor" (Melajim II 4:34)

Del mismo modo en que el niño fue resucitado a través del contacto con el profeta, el pueblo de Israel recobra vida cuando vive y respira la Palabra de D-os tal como nos la transmiten nuestros maestros. Lo único que tenemos que hacer es acercarnos, y entonces sentiremos que cobramos vida, gracias a la calidez de la Torá.

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UN KILO DE CARNE

Resulta irónico que la perspectiva que el mundo tiene del acreedor judío aparezca caracterizado en el personaje Shylock de Shakespeare, en su obra "El Mercader de Venecia". Cuando el mundo piensa en un acreedor judío, se imagina a alguien que ha de exprimir la ley hasta no dar más para poder cobrar su "kilo de carne".

Irónicamente, no hace mucho la Torá era el único sistema por el cual el acreedor no tenía ningún derecho sobre la persona física del deudor. El espíritu de la Torá asegura que el deudor pobre no tenga que sufrir un embargo sobre sus bienes muebles. E incluso donde termina la protección del acreedor, comienza la obligación de amar al prójimo. Pues todos somos hijos de Abraham y Sara. Esa es la tzedaká de Abraham, en contraste con la insistencia sodomita de recuperar hasta el último centavo.

 

INSPIRACIÓN: EL ALIENTO DE VIDA

Así como en la parashá los ángeles le prometen a Sara que ha de concebir y dar a luz un hijo, del mismo modo, en la haftará, el profeta Elisha le promete a la estéril mujer shunamita que ha de tener un hijo.

El niño (que luego ha de transformarse en el profeta Yona) muere en su juventud, y es resucitado por Elisha, quien lo devuelve a la vida colocándose él mismo sobre el cuerpo ya sin vida del muchacho, implantándole su propia alma.

Esta es una lección para todos los maestros: debemos dar "inspiración": insuflar nuestro propio hálito de vida a nuestros alumnos, dándoles nuestra propia alma.

 

MUJERES BENEVOLENTES

Asá como Abraham y Sara eran ancianos y Hashem de todas maneras les dio un hijo, en la haftará de esta semana, Hashem les concede un hijo a la mujer shunamita y a su marido.

Entonces ¿por qué la haftará comienza con un milagro totalmente distinto, el del aceite que llena una jarra tras otra, hasta que la viuda paupérrima del profeta Ovadia se hizo rica? ¿Qué conexión hay entre estas tres mujeres?

La respuesta es que todas ellas sobresalieron en jesed (benevolencia) a los demás. Hasta el día de hoy Sara es el prototipo de la mujer judía. Su vida fue una labor incesante de recibir huéspedes y enseñares que existe Hashem. La viuda de Ovadia también fue una heroína de jesed, tal como es descrita en la Haftará, y lo mismo ocurre con la mujer shunamita. Las tres son el arquetipo de la mujer judía, por todas las generaciones.

Adaptado de Rabí Shimshon Rafael Hirsch; The Midrash Says


Selecciones de fuentes clásicas en las que se expresa la singular relación que existe entre el Pueblo Judío y Eretz Israel.

JERUSALEN-IERUSHALAIM

"Malquitzedek, Rey de Shalem, trajo pan y vino" (Bereshit 14:18)

"Abraham llamó a ese lugar Hashem Iré" (Bereshit 22:14)

Ambos justos -Malkquitzedek, que era Shem, hijo de Noaj, y su descendiente Abraham - se referían al sitio sobre el que se asienta Jerusalén (cuyo nombre bíblico es Ireshalem).

Cuando Hashem quiso darle un nombre a Su ciudad sagrada, Se enfrentó, por así decirlo, con un dilema Divino.

"Si la llamo Iré, como Abraham, el justo Shem se sentirá desairado, y si la llamo Shalem, como Shem, el justo Abraham se sentirá desairado. Por eso la llamaré Ireshalem, como la llamaron ambos".

Shalem significa tanto paz como perfección, mientras que Iré, según traducción de Targum Onkelos, significa "servicio humano de Hashem". Únicamente cuando el ser humano sirve a Hashem puede esperar alcanzar la paz y la perfección simbolizadas en Ireshalem.

Bereshit Rabá 56:10


AZAIKA

Se trata de una ciudad no muy conocida que aparece mencionada en la Guemará (Mesejta Ketuvot 122a).

“Si un no-judío entra a un mercado fuera de Eretz Israel y anuncia que vende frutas de la ciudad de Azaika, no le creen, porque se sospecha que afirma tal cosa únicamente para promocionar la calidad de su mercadería”.

Rashi explica que Azaika era una ciudad de Eretz Israel famosa por sus frutos. Si sus frutos son comprados por judíos fuera de Eretz Israel, se les debe separar el diezmo antes de poder comerlos. La afirmación del vendedor no debe ser tomada en serio como causa para separar el diezmo, ya que la mayoría de las frutas que se venden en ese mercado son de origen local, y se sospecha que el vendedor inventó el origen de su mercancía a fin de promocionarla mejor.

Rabí Shmuel Strashun (Rashash) sugiere que se trata de la Azaika mencionada en Yehoshúa (10:11), en que el ejército israelita venció a una coalición de reyes cananeos gracias a las enormes piedras que Hashem hizo llover desde el Cielo.


Uno de los ríos que surgen del Jardín del Edén es descrito como circundando a Eretz Israel "donde hay oro y el oro de esa tierra es bueno" (Bereshit 2:11-12).

Aquí, el oro se refiere a las palabras de Torá, que son más valiosas que el propio oro. "El oro de esa tierra es bueno", nos enseña que no hay Torá como la Torá de Eretz Israel, y no hay sabiduría como la sabiduría de Eretz Israel.

Bereshit Rabá 16:4


Comentarios sobre las Canciones que cantamos en la mesa de Shabat a través de las generaciones.

Iom ze Mejubad
"Este es el Día más Preciado..."

Sheshet iamim taase melajteja kikol asa sheshet iamim...
Seis días harás tu trabajo, pues El creó todo en seis días

En el pasaje de la Tora L en que se basa esta frase (Shemot 35:2), la expresión es: "Seis días se hará tu trabajo".

La significancia de esta frase se puede entender a la luz de la enseñanza de nuestros Sabios (Mesejta Brajot 35): "Cuando los judíos hacen la voluntad de Hashem, su trabajo lo hacen otros". Hashem no necesita de nuestro esfuerzo. Si somos merecedores, El se encargara L de que otros hagan nuestro trabajo. El recordatorio es que El no necesita de nuestra ayuda en la creación que tuvo lugar en los primeros seis días de la historia. Y del mismo modo, El se encarga de que, cuando cumplimos con Su voluntad, todas nuestras necesidades sean atendidas sin esfuerzo de nuestra parte.

 

Ma Iedidut
"Que querido..."

"Parecido al mundo venidero, es el Shabbat, día de descanso;

Comentaristas jasídicos comparan a menudo el Shabbat y el Mundo Venidero. Tal como la recompensa en el Mundo Venidero es proporcional a los hechos del hombre en este mundo, así también la santidad y el placer que se experimenta en Shabbat es proporcional a la inversión espiritual que ha tenido lugar en sus seis días laborales precedentes.

Tal como uno solo puede entender el Mundo Venidero después de haberse despojado del materialismo de este mundo, así también uno solo puede entrar al Shabbat después de purificarse de la existencia material del día previo.

Podemos tener una pista de cuál va a ser nuestra porción en el Mundo Venidero, de acuerdo con lo que hemos disfrutado en Shabbat.

 



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