Rav Baruj Mbazbaz
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Parashat Vaishlaj-6

El Valor de las Mitzvot Habían transcurrido ya muchos años desde que Iaacov se había escapado de su hermano Esav.Y así como nos cuenta la parashá anterior, Iaacov pudo formar una familia y acumular una riqueza respetable. Iaacov le ordenó a los emisari
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El Valor de las Mitzvot

Habían transcurrido ya muchos años desde que Iaacov se había escapado de su hermano Esav.Y así como nos cuenta la parashá anterior, Iaacov pudo formar una familia y acumular una riqueza respetable.

Iaacov le ordenó a los emisarios que le informaran a Esav que él estuvo viviendo hasta ese momento con Labán, así como dice el versículo: "Im Labán garti - con Labán he vivido" (Bereshit 32:5).Y Rashí explica que la intención que había detrás de estas palabras de Iaacov era informarle a su hermano Esav que a pesar de que él vivió con Labán durante tantos años, él siguió cumpliendo los preceptos de D'os, y no aprendió de sus malos actos.

Nuestros Sabios nos dicen que Iaacov quiso mostrarle a su hermano lo apegado que él estaba a D'os, y es por eso que él no tenía ninguna duda de que D'os iba a cumplir con la promesa que le formuló cuando estaba yendo hacia la casa de Labán, de bendecirlo y protegerlo.En otras palabras, Iaacov le quiso mostrar a Esav que su derrota en una posible batalla, era inminente.

Es sabido que la convivencia con Labán no fue muy fácil para Iaacov.Labán era un gran engañador y buscaba constantemente sacar ventaja de todo aquel que estaba a su alrededor, sin brindar ningún servicio de su parte.Pero por otro lado, Iaacov tenía características opuestas.Dicen nuestros Sabios que Iaacov es el símbolo de la verdad, como dice el versículo: "Y diste la verdad a Iaacov".Después de 20 años junto a su tío y suegro, Iaacov atestigua sobre sí mismo que cumplió totalmente con la voluntad de D'os sin adquirir nada de la maldad del mismo.

La pregunta que podemos formularnos es: ¿Cómo hizo Iaacov para mantenerse firme en su conducta durante tanto tiempo, sin "enfriarse" en el cumplimiento de las mitzvot?

Los Sabios responden que dos puntos fueron los que lo mantuvieron firme.Uno de ellos era el amor que Iaacov tenía por las mitzvot.Él sentía constantemente la necesidad de hacer más y más mitzvot.Y este amor a D'os y Su Torá le daba fuerzas cada instante para no dejarse influenciar por su suegro Labán.

Y el segundo punto fue el temor de D'os que Iaacov sentía en su corazón.Él sabía que tarde o temprano D'os castigaría a Labán por todos los engaños y maldades que hacía, y él no quería tener la misma suerte.

Estos dos puntos mantenían a Iaacov firme en su elevado nivel espiritual, sin dejarse influenciar por los malos ejemplos de la sociedad que lo rodeaba.

El Rab Eliezer Papo z"l, en su libro Pele Ioetz, nos enseña sobre la importancia de estos dos puntos en el cumplimiento de las mitzvot:

"¡Dichosa es la persona que teme a su Creador y desea mucho Sus preceptos!La persona judía que cree que D'os recompensa bien a quienes cuidan Sus preceptos y castiga a quienes transgreden Sus preceptos, es digna de correr para cumplir los mandamientos y esforzarse para alcanzarlos con toda su fuerza, salud y su dinero, más que quien se esfuerza en ganar miles de monedas de oro y quien corre de por vida, pues es mucho más el pago por el cumplimiento de las mitzvot".

Pero, como todos sabemos, para no descender de nivel en nuestro amor y temor a D'os, debemos cuidarnos constantemente del "instinto del mal" que tiene la función de intentar impedir que la persona cumpla con las mitzvot, desarrollando su egoísmo y malas características.

Es por este motivo que la persona muchas veces no tiene presente el gran valor de cada mitzvá, consecuencia del buen trabajo del instinto del mal.

Sobre esto el Jafetz Jaim (Rabí Israel Meir Hacohen, 1838-1933) nos trae un ejemplo para entender en qué situación nos encontramos y cómo tenemos que enfocar nuestras vidas:

Se cuenta que el padre de una familia muy humilde necesitaba un trabajo fijo, pues cada trabajo que conseguía - por uno u otro motivo - no le duraba mucho tiempo.

Este hombre escuchó que en un país lejano, los diamantes tenían poco valor, y además, las posibilidades de conseguir allí trabajo eran muy grandes.Entonces, decidió viajar para probar su suerte en ese lugar.Su familia aceptó - a pesar del gran esfuerzo que significaba estar tanto tiempo alejados de él - ya que sabían que el esfuerzo daría sus frutos.
Después de varios meses de navegar, por fin el barco llegó al puerto tan esperado.El hombre salió en busca de un alojamiento y sin descansar comenzó a buscar trabajo.Esta vez la suerte le sonrió, y en pocas horas consiguió un trabajo a gusto con un salario muy alto.

Cada noche él soñaba con su primer salario, y pensaba que apenas cobraría, iría a comprar diamantes que luego vendería en su ciudad natal a un precio alto.Y así hizo con todos los sueldos del primer año.

Pero había algo que le costaba entender: ¿por qué en ese lugar las velas de parafina costaban tan caras, cuando en su tierra natal su precio era muy bajo?

Para calmar su inquietud, decidió preguntarle a su patrón por qué motivo la gente se desesperaba por juntar velas de parafina, y no buscaban aumentar su capital en diamantes.

El patrón lo miró y con una sonrisa en su rostro le respondió: "Se ve que todavía no has entendido la idiosincrasia de la gente de este lugar.Las velas de parafina tienen un uso muy importante aquí, ya que por la noche son esenciales para movilizarnos en nuestros hogares.En cambio los diamantes abundan aquí, y no nos brindan ningún servicio, y por este motivo son tan baratos.Si quieres un buen consejo deja de invertir tu sueldo en diamantes baratos y úsalo para comprar parafina, pues al revenderla ganarás mucho dinero".

Pero como le pareció ridícula la respuesta, el hombre siguió comprando valiosos diamantes a muy bajo precio.

Los días pasaron y su confusión era cada vez mayor, pues no podía entender cómo todos invertían en esas velas.Entonces, decidió actuar con precaución: él invirtió la mitad de su sueldo en diamantes y la otra mitad en parafina.

Al comenzar a negociar se dio cuenta de lo difícil y costoso que era conseguir esas velas, y en ese momento terminó de convencerse de que lo mejor era invertir en las velas.Él vendió sus diamantes y con el dinero compró una gran cantidad de velas.

Al ver que su capital había llegado a ser muy grande, le escribió a su familia diciéndoles que en pocos meses estaría de regreso.

Toda la familia - sabiendo que su padre llegaría con un tesoro - comenzó a comentar que eran millonarios ya que él había conseguido mercadería de mucho valor.Todo un barco, sólo para sus velas, era el fruto de dos años de gran esfuerzo.

El hombre comenzó su viaje de regreso, los minutos se le hacían horas, y las horas, días.Solamente pensaba en la alegría de su esposa y sus hijos al ver el barco con toda esa riqueza.

El reencuentro esperado por todos llegó, y sus rostros desbordaban de emoción y felicidad: "al fin terminó la pesadilla y comienza una vida llena de deleites" - pensaban.

El hombre invitó a su familia a ver el tesoro que logró conseguir con tanto esfuerzo... y al abrir las bolsas, cayeron cientos de velas de parafina.La esposa pensó que los diamantes estaban debajo de todas esas velas, ya que necesitaban estar en un lugar seguro.Pero, lamentablemente, las bolsas se vaciaron y los diamantes no aparecieron.

Atónita por la escena, le pidió explicaciones a su marido.El marido sin comprender el motivo de la desilusión, le explicó que en ese lugar los diamantes no tenían casi ningún valor, por eso él invirtió en la mercadería más valiosa.Con gran amargura la esposa le respondió que él no tenía que haber obrado como los habitantes de esa ciudad, ya que él es de otro lugar y en su país los diamantes sí tenían mucho valor, pero las velas de parafina no valían nada.

Dice el Jafetz Jaim que este cuento ejemplifica la vida de todo iehudí:
D'os nos dio el alma para que baje a este mundo a cumplir con la Torá y las mitzvot.Pero por otro lado, el cuerpo sólo busca satisfacción material.El trabajo del iehudí, es disfrutar de este mundo mediante las enseñanzas de la Torá.

La persona llega a la edad de su bar mitzvá sabiendo que a partir de ese momento será responsable de todos sus actos.Al comienzo de esta nueva etapa de su vida, intenta cumplir con las mitzvot con todas sus fuerzas, pero lamentablemente, en muchos casos, es influenciado por gente que le dice que no hace falta cumplir con tantas mitzvot, que es mejor cumplir solamente con lo "primordial", y el resto del tiempo dedicarse a ganar y ahorrar dinero.

Obviamente, el proceso de abandono es paulatino, razón por la cual en un momento determinado, repentinamente, se da cuenta de que ha perdido casi toda su tradición.Al ver que todos corren detrás del dinero, la persona comienza a pensar que esas personas tienen la razón, y de esta manera se olvida del verdadero motivo de su vida.

Pero finalmente, la desilusión llega a los 120 años, cuando su alma anhela entrar al Gan Eden, y él se da cuenta de que cambió sus diamantes por velas de parafina… y en ese lugar ellas no tienen ningún valor.

Es por eso que aquel que tome distancia de su instinto del mal, podrá comprender profundamente el valor de las mitzvot, y mantener despierto su sentimiento de amor y temor a D'os a lo largo de su vida.

 


Cortesia del Rab Baruj Mbazbaz, autor del libro "BIRKAT HASHAMAIM"


 



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