Rab Ari Kahn
En Profundidad

Parashat Vaieshev-3

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La luz del Mashiaj

La parashá comienza de la siguiente forma:

"Se asentó Iaacov en la tierra de las moradas de su padre·". (37:1)

Llegó el momento en la vida de Iaacov en el que finalmente pudo asentarse. El término hebreo para "asentarse" es vaieshev, y el término para "moradas" es megurei", de la palabra "gur", de la misma raíz de la palabra "guer" (extranjero). Iaacov pudo asentarse mientras que su padre y su abuelo sólo pudieron morar allí. La yuxtaposición nos llama la atención. Es interesante ver que cuando Iaacov fue llevado ante el Faraón y éste le preguntó su edad, Iaacov contestó:

"Los días de los años de mi morada son 130 años, pocos y malos han sido los días de los años de mi vida·". (47:9)

Aquí Iaacov usa la palabra morada - megurei, opuesto al término que nosotros encontramos en nuestra parashá, vaishev, asentarse. ¿Iaacov, se asentó o simplemente moró?

Rashí cita el Midrash que explica el significado del "asentamiento" de Iaacov. El Midrash dice:

"Asentó: Iaacov deseaba asentarse con tranquilidad, pero el enojo del [episodio con] Iosef lo enfrentó (literalmente: saltó). Los justos desean vivir en tranquilidad. D'os dijo: ÁNo es suficiente que ellos tienen un lugar en el mundo venidero, que desean también vivir en tranquilidad en este mundo!". (Rashí 37:2)

El concepto es bastante extraño. ¿Qué quiere decir que Iaacov quería vivir en tranquilidad? ¿Quiere decir que Iaacov deseaba "renunciar" a su activo servicio patriarcal y dedicarse a disfrutar "los años de oro"? Definitivamente, la vida de Iaacov fue difícil, pero ésta es una razón para abandonar su misión y disfrutar de la "buena vida"?

Debe haber un significado más profundo de la idea de "tranquilidad" que Iaacov buscaba. El Rab Iosef Dov Soloveitchik Z"L, sugirió que lo que Iaacov estaba buscando era tranquilidad espiritual. Iaacov anticipó el surgimiento de nada más ni nada menos, la era mesiánica. Esto explicaría la comparación con el mundo venidero. Iaacov buscaba una utopía espiritual aquí en la tierra, así como lo refleja el comentario de D'os: este es el deseo de los tzadikim, que no están satisfechos con lo que D'os tiene para ellos en el mundo venidero y desean perfección aquí y ahora también. Pero, ¿cómo pudo pensar Iaacov que la perfección o tranquilidad se podían manifestar en ese momento particular de la historia? ¿Acaso, no le dijo D'os a Abraham que sus descendientes iban a ser esclavos por 400 años?

"Dijo (D'os) a Abram: sabé que tu descendencia será extranjera en una tierra que no es de ellos - y los esclavizarán y los afligirán - 400 años. Pero también a la nación a quien ellos servirán - Yo juzgaré. Después de lo cual saldrán con grandes pertenencias· Pero a la cuarta generación retornarán aquí, pues no estará completa la iniquidad de los Emorim - hasta entonces" (15:13 - 16)

¿Cómo pudo Iaacov ignorar los 400 años estipulados por el decreto Divino?

En realidad, los judíos nunca estuvieron esclavizados por 400 años. En la Hagadá de Pesaj vemos que D'os fue indulgente en los cálculos, y después de unos 210 años los israelitas fueron liberados. Cuando los judíos dejaron Egipto la Torá dice: "Y fue al término de 430 años·que el ejército de D'os salió de la tierra de Egipto" (Éxodo, 12:41).

El Midrash pregunta: ¿Cuál es? ¿400 años, 430 años o 4 generaciones? La respuesta dada por el Midrash reconcilia la aparente contradicción explicando que la revelación de D'os a Abraham fue 30 años antes del nacimiento de Itzjak, y el cálculo de los 400 años comenzó con el nacimiento de Itzjak. De todas maneras, ¿cuál es el significado de las 4 generaciones?

"El Santo, Bendito Sea Él, dijo: 'si ellos hacen teshuvá Yo los redimiré [después de 4] generaciones, si no [hacen teshuvá] Yo los redimiré [después de 400] años'" (Mejilta Derrabí Ishmael, Bo, Parashá 14).

La promesa de Abraham no fue simplemente "grabada en una piedra". Había contenido en ella. La idea central fue que los descendientes de Abraham serían esclavizados, abusados y eventualmente se irían del lugar con muchas riquezas. Aparentemente, Iaacov creía que esta secuencia ya había ocurrido, que todos estos acontecimientos de la promesa de D'os habían sido cumplidos en su propia historia de vida. Él seguramente habrá pensado que su opresión a manos de Labán y los años de labor intenso que terminaron con su regreso a Eretz Israel con una enorme riqueza, habían cumplido las palabras de D'os a Abraham, y la redención ya podía comenzar. Y de repente, la visión de Iaacov se descarriló por la historia de Iosef y sus hermanos. "El enojo de Iosef" oscureció sus ilusiones de tranquilidad y plenitud.

Cuando el enemigo fue Nimrod o Ishmael o Labán o Esav, el enfrentamiento era entendible, incluso se podía anticipar, pero una pelea interna como ésta no parecía formar parte del Plan Divino. Iaacov estaba seguro que todos los adversarios habían sido neutralizados, y que la era de la tranquilidad espiritual estaba amaneciendo. Con sus hijos a su lado, Iaacov estaba seguro que la era mesiánica había comenzado. Sin embargo, hubo esta última e inesperada lucha. La era mesiánica no podía comenzar (ni el libro de Bereshit podía terminar) antes del desarrollo de esta intriga final dentro de la familia de Israel. Más tarde, hacia el final del libro de Bereshit cuando Iaacov se encuentra con el Faraón, Iaacov relata que, en retrospectiva, él "moró" y no tuvo éxito en "asentarse" en la tierra; él nunca pudo concluir su búsqueda por la tranquilidad.

Las narrativas de Bereshit son más que historias. Las vicisitudes de los antepasados son más que cuentos antiguos; ellas son realidades espirituales llenas de significado, las cuales forman la trama de la historia judía. En función de entender las enseñanzas del libro de Bereshit en general, y de esta parashá en particular, debemos conocer el concepto de "maasé avot simán labanim" (ver Tanjumá sección 9, y Ramabán 12:6) que literalmente se traduce como "las acciones de los antepasados sirven como una señal para sus descendientes". En otras palabras, la historia se repite a sí misma, o en términos teológicos, la historia judía es el destino judío. Cuando Iosef y sus hermanos lucharon, el poder espiritual para disputas domésticas futuras fue desatado. No es casualidad que la fiesta de Januká, siempre cae durante las semanas que se leen las parashot referidas a Iosef y sus hermanos. La destrucción del Segundo Templo fue atribuida al pecado de "sinat jinam" - odio gratuito - entre hermanos, lo cual es el tema de estas parashot en la Torá. Y la guerra civil peleada por los macabeos es vista como una repercusión - en el sentido más literal de re - percusión, el repetido golpe del mismo tambor - del conflicto en Vaieshev. El popular midrash que encontramos en la liturgia de Iom Kipur, el cual describe la muerte de los diez mártires es otro eco de la historia de Iosef. Una vez que el problema de conflicto interno se presentó, un nuevo tipo de solución es requerido. Esta es la enseñanza de Vaishev. No sólo que la tranquilidad no será alcanzada en la vida de Iaacov, sino que el poder insidioso de conflictos internos atacará a futuras generaciones.

En función de entender este fenómeno debemos sumergirnos en el texto mismo de la Torá.

Tanto los sabios antiguos como los contemporáneos notaron una dificultad en el texto; el último versículo del capítulo 37 y el primer versículo del capítulo 39 son casi idénticos.

"Y los midianitas lo vendieron a Egipto, a Potifar, el servidor del Faraón·" (37:36)

"E Iosef fue llevado a Egipto, y lo compró Potifar, el servidor del Faraón·" (39:1)

El tiempo parece haberse quedado en la vida de Iosef, mientras que en el capítulo 38 se cuenta la vida de Iehudá por muchos años. En el ínterin, Iehudá se casa, forma una familia, sus hijos se casan y mueren. La Torá encontró necesario llevarnos a la vida y carácter de Iehudá antes de continuar diciéndonos sobre el destino de Iosef. Para entender este orden peculiar del texto debemos primero recordar lo acontecido: Iosef fue mandado por su padre a ver dónde estaban sus hermanos. Cuando ellos vieron a Iosef venir desde lejos, planearon matarlo. Reubén, que era el me iba a recaer sobre él la responsabilidad de lo ocurrido, sugirió que lo tiren a un pozo, pues él planeaba rescatar a Iosef y retornarlo a su padre. En una de las escenas más duras en la Biblia, los hermanos se sentaron a comer, mientras que Iosef sufría dentro del pozo. En este momento, Iehudá habla (por primera vez en toda la Torá):

"'Dijo Iehudá a sus hermanos: ¿qué provecho tendremos en matar a nuestro hermano, encubriendo su sangre? Vamos!, vendámoslo a los ishmaelim y que nuestras manos no estén sobre él ya que nuestro hermano y nuestra carne es él, y lo escucharon sus hermanos" (37:26 -27)

Iehudá tomó responsabilidad y mostró su liderazgo; por otro lado, el mostró crueldad y un cinismo casi maquiavélico. Su conclusión: "no lo matemos, porque él es nuestro hermano y nuestra carne" - mientras que al mismo tiempo sugirió que lo vendan como esclavo - es shockeante.

Con Iosef afuera, los hermanos se enfrentaron a otro problema: cómo informarle a su padre Iaacov de la desaparición de Iosef. Ellos sumergieron su túnica de muchos colores en la sangre de una cabra muerta y le dijeron a su padre:

"·Hemos encontrado esto. Reconoce si es la túnica de tu hijo o no" (37:32)

Los hermanos realmente no le mintieron a Iaacov, ellos simplemente lo engañaron. De acuerdo al Midrash, Iehudá era aún el líder, y fue él que habló. La respuesta de Iaacov fue: duelo inconsolable. Él estuvo en duelo por Iosef de una manera que sólo un padre afligido podría estar. En ese momento la historia de Iehudá comienza.

"Ocurrió en aquel tiempo, que Iehudá descendió de con sus hermanos·" (38:1)

Rashí explica que el descenso de Iehudá fue el resultado de la baja estima en ojos de sus hermanos; ellos lo culparon por la angustia de su padre y por la desaparición de Iosef.

Ellos dijeron: 'Tú eres el que nos dijo que lo vendiéramos! Si tú hubieses dicho, retórnenlo a su padre, nosotros te hubiésemos escuchado. (Rashí al 38:1)

El Midrash explica:

Iosef también reconoció la Mano Divina envuelta en los acontecimientos de su vida. Cuando Iosef estaba buscando a sus hermanos en Shejem por orden de su padre, se le hace saber que sus hermanos habían dejado Shejem y se habían encaminado hacia Dotán.

"Le encontró un hombre - y he aquí que estaba perdido en el campo - Le preguntó el hombre diciendo: ¿qué buscas? Dijo: A mis hermanos yo estoy buscando; dime, ahora, dónde están pastoreando. Dijo el hombre: Se han ido de aquí, pues oí que decían: vayamos a Dotán. Salió Iosef en pos de sus hermanos y los encontró en Dotán" (37:15 - 17)

Iosef nunca hubiese encontrado a sus hermanos, y hubiese retornado a su padre, pero los hechos aseguraron que de una u otra manera, Iosef encontraría a sus hermanos. Iosef sería vendido y terminaría en Egipto, y sus hermanos le seguirían. La tranquilidad de Iaacov tendría que esperar.

Iosef, eventualmente entendió este interludio con el hombre misterioso en el campo como un acto de la Voluntad Divina:

"Y ahora, no se entristezcan ni se enojen contra vosotros mismos porque me han vendido a este lugar; puesto que para sustento me ha enviado D'os ante vosotros. Pues ya son dos los años de hambre en medio de la tierra, pero aún son cinco los años en los que no habrá arada ni siega. Pero me envió D'os ante vosotros para preservar a vosotros remanente en la tierra y para sustentarlos; para una gran salvación. Ahora, no son ustedes los que me han enviado aquí sino D'os. El me convirtió en consejero del Faraón y señor de toda su corte y gobernante de toda la tierra de Egipto" (45:5 - 8)

El destino tomó la forma de este hombre misterioso en el campo. Este aparente hecho insignificante en la vida de Iosef fue, en realidad, la Mano Divina guiando a Iosef hacia su destino en Egipto. Mientras que esto no exculpa a los hermanos por su comportamiento nefasto, la Voluntad de D'os es finalmente aparente en el mundo. Rashí nos dice que la persona anónima en el campo fue el ángel Gabriel, cuyo nombre denota gevurá, la característica del din, juzgamiento.

Como vimos en el Midrash, D'os estaba ocupado, en el momento de la venta de Iosef como esclavo, haciendo la mantilla del Mashiaj, mientras que Iehudá estaba ocupado con su propia vida familiar. ¿Cuál es el significado de este Midrash? Cuando el hijo mayor de Iehudá, Er, murió, uno hubiese esperado que Iehudá obtuviese algún sentimiento respecto del dolor de su propio padre. Él ahora también conocía íntimamente, lo que su padre estaba sintiendo y lo que significaba estar de duelo por su propio hijo. Cuando el segundo hijo de Iehudá, Onán, murió hubiésemos esperado que Iehudá se sintiese atormentado con culpa; hubiese sido una respuesta natural culpar a sus propias acciones por las trágicas muertes de sus hijos. Hubiésemos esperado que Iehudá se acerque a su padre y admita su culpabilidad y le diga: Iosef está con vida!! Pero Iehudá estaba frío e indiferente. Cuando Tamar se acercó a Iehudá, él cruelmente le dijo a ella que espere por su tercer hijo, a pesar de que no tenía intenciones de dárselo como marido.

El Midrash pregunta por qué ella le pidió una cabra, y responde:

"Y D'os dijo a Iehudá: 'Tú has engañado a tu padre con una cabra. Por tu vida!, Tamar te engañará con una cabra'" (Midrash Rabá 85:11)

Tamar finalmente se enfrentó con Iehudá y le dijo que la persona que la embarazó era la dueña de esas pertenencias personales.

"Ella dijo: 'Tú reconoces quién es dueño de este anillo, esta vara y esta capa?'" (38:25)

El Midrash explica:

"Rabí Iojanán dijo: D'os dijo a Iehudá: 'Tú has dicho a tu padre: 'hemos encontrado esto. ¿Lo reconoces? ¿Es la túnica de tu hijo? (37:32)'. Por tu vida!, Tamar te dirá '¿tu lo reconoces?" (Midrash Rabá 85:2)

El Midrash entiende que la relación entre Iehudá y Tamar estaba directamente relacionada con la relación entre Iehudá y su padre; el pecado de Iehudá fue rehabilitado por Tamar. Cuando Tamar dijo las palabras 'reconoces a quien pertenece este anillo, esta vara y este abrigo' (38:25) - Iehudá escuchó el eco de sus propias palabras, cuando miró a su padre a los ojos y destrozó el mundo de su padre diciendo '¿Reconoces esto? ¿es la túnica de tu hijo?'.

El siguiente versículo dice:

"E Iehudá reconoció, y dijo: 'Ella es más justa que yo'" (38:26)

Con estas palabras, la idea del Mashiaj fue creada. El poder del hombre para reconocer su pecado y tomar resp, es el concepto del Mashiaj.

Desde este momento, Iehudá es una persona diferente, quizás el verdaderamente el primer Baal Teshuvá. De esta relación entre Iehudá y Tamar, reyes surgirán - David y su descendiente el Mashiaj.

El Midrash explica por qué ella le pidió su vara:

"La vara (este es el cetro) del Rey Mashiaj" (Midrash Rabá 85:9)

Cuando Tamar le pidió a Iehudá que identificara la vara, ella le estaba pidiendo que manifieste la grandeza que ella vio latente dentro de él: la valentía y el coraje de admitir la culpabilidad y tomar responsabilidad de cambiar. Esta es la enseñanza que el Mashiaj enseñará al mundo algún día.

 

El hombre controla su destino. No importa qué errores cometió, el hombre puede arreglarlos.