Rav Salomón Michan
Parasha semanal

Cual es la finalidad de la Creacion

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Encontrar a Di-s en nuestra vida

¿Cuál es la finalidad de la Creación?

Rab Natan Wachtfogel, el anterior Mashguíaj (supervisor espiritual) de la Yeshibá de Lakewood, contó que una vez se detuvo a observar a un grupo de niños que estaban jugando. Se acercó a ellos y les preguntó qué estaban jugando. Los niños lo rodearon y le contestaron que estaban jugando a “las escondidas”.

—¿Y cuáles son las reglas de este juego? —siguió preguntando el Rab.

Los niños comenzaron a explicarle: uno de ellos debe esconderse y, una vez oculto, todos los demás tienen que buscarlo…

—¿Y cuál es el resultado del juego? —preguntó el Rab—. ¿Acaso logran encontrar al niño que se esconde?

—Seguro —le contestaron—. Si nosotros buscamos bien y nos esforzamos en encontrarlo, normalmente conseguimos lo que esperamos. Revisamos todos los lugares posibles hasta dar con el niño escondido.

Rab Natan se apresuró para regresar a la Yeshibá y comenzó a dar una conferencia sobre el juego de “las escondidas”…

—Vean ustedes, por favor, mis queridos alumnos: todo el tiempo nosotros decimos que vivimos en una época en que Dios está “oculto”, y en general, esto nos causa una gran debilidad espiritual haciendo que bajemos los brazos.

Porque pensamos que Hakadosh Baruj Hu (el Santo, bendito sea) se esconde, se escapa de nuestra vista. Y entonces, ¿qué podemos hacer? ¿De dónde podemos sacar fuerzas para elevarnos?

Pero si observamos bien la conducta de los niños —dijo el Mashguíaj a sus alumnos—, descubriremos que no tenemos nada que temer, ya que, si Dios se esconde, tenemos en nuestras manos la posibilidad de buscarlo, buscar y buscar, y al final, con seguridad, lo encontraremos…

Hasta los niños más pequeños y más simples saben que cuando uno de sus amiguitos se esconde, es necesario buscarlo. ¡Y lo encuentran!

La finalidad de la Creación es encontrar a Dios en nuestra vida.

 

La finalidad de esta vida

Una de las anécdotas que más me han impresionado es la de un judío observante, dueño de una gran fortuna, que había instruido a sus h?os que, cuando falleciera, encontrarían en su escritorio dos cartas: una para ser abierta en el momento de su deceso y otra a los treinta días.

Cuando falleció, sus descendientes abrieron la primera carta. En ella pedía ser sepultado con un par de calcetines blancos que su madre le había tejido, los cuales encontrarían en su caja fuerte. Los h?os llevaron los calcetines al lugar donde se realizaría el lavado del cuerpo, pero allí les d?eron que era imposible cumplir con la petición de su padre, porque de acuerdo con la ley religiosa, solamente se sepulta a la persona con las mortajas.

Los h?os, extrañados, fueron a ver al Rabino y éste corroboró lo que habían escuchado. Y cuando quisieron donar una gran suma de dinero para que se cumpliera el deseo de su padre, el Rabino les d?o que por ninguna cantidad del mundo iba a transgredirse la ley.

A los treinta días se abrió la segunda carta. Allí el padre escribió:

Estoy seguro de que me sepultaron sin los calcetines, como corresponde de acuerdo con la ley. Ustedes se habrán preguntado por qué hice todo esto.

Fue solamente para enseñarles que al otro mundo no se lleva uno ni siquiera un par de calcetines, sino solamente las buenas acciones y la caridad que realizamos durante nuestra vida.

Y deseo que tomen muy en cuenta esto, como mi legado más preciado.