Rav Emanuel Feldman
Vida Judía

¿Yerushalayim?

De donde proviene el nombre Yerusahalayim - Jerusalem El punto clave de Rosh Hashaná es, por supuesto, la Akedá (esta palabra denota la acción de amarrar a Isaac antes de colocarlo sobre el altar). Lo curioso es que D's no le dice a Abraham donde está exactamente e
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De donde proviene el nombre Yerusahalayim - Jerusalem

El punto clave de Rosh Hashaná es, por supuesto, la Akedá (esta palabra denota la acción de amarrar a Isaac antes de colocarlo sobre el altar). Lo curioso es que D's no le dice a Abraham donde está exactamente el Har HaMoriah (Monte del Templo), lugar donde debe realizarse el sacrificio, sino que simplemente le dice, "al ajad heharim", "en una de las colinas".

¿Qué característica tiene este lugar llamado Har HaMoriah? y ¿Por qué fue elegido?

Sólo sabemos una cosa: no es la primera vez que suceden grandes acontecimientos en ese lugar. Ya diez generaciones antes de Abraham, Noé sobrevivió al diluvio y construyó un altar para ofrecer un sacrificio a D's como signo de agradecimiento; y nuestra tradición nos cuenta que esto aconteció en esa misma colina.

Nueve generaciones antes de Noé, los hijos de Adám, Caín y Abel, ofrecieron sus propios sacrificios a D's; uno fue aceptado, el otro rechazado. Y esto también sucedió en este monte.

Pero incluso antes de Caín y Abel, en los amaneceres de la historia, el hombre realizó allí su primer sacrificio. Se nos dice que Adán dio una ofrenda a D's al ser creado, y que esto también sucedió en esa misma tierra sagrada, ¿Y de dónde socó D's el polvo con que dio vida a Adán? Lo tomó, dice Maimónides, reflejando una antigua tradición judía, de este mismo "lugar misterioso" que luego se llamaría Moriah (Bet Ha-bejirá 2:2). El comentarista RASHI explica que el primer hombre fue creado con polvo de toda la Tierra de israel, y su cabeza con polvo del lugar donde estuvo después el altar, el Mizbeaj del Templo sagrado, en ese mismo lugar.

Está claro entonces que ese lugar hacia donde se dirige Abraham con su hijo Isaac para realizar el sacrificio, no es un sitio geográfico común. Tiene todo un significado histórico, lleno de recuerdos y visiones que nos permite relacionarnos con nuestros antepasados.

Este lugar será llamado YERUSHALAYIM -Jerusalem, más adelante. Se construirá el Templo en este sitio de donde "emanarán la palabra del Señor y la Tora", las enseñanzas de D's a la humanidad. Esta será la Ciudad Santa, fuente del poder espiritual de Am Israel (el pueblo judío), morada terrenal de la “Shejina” (la presencia divina), ciudad amada de D's. Será el escenario de las batallas más obstinadas de Israel, verá exilios, sitios y destrucción, pero luego vendrán el renacimiento, restauración y la redención. Se la disputarán las naciones más poderosas de la historia, pero siempre pertenecerá a los hijos de Abraham. Será una ciudad que incluso desde la segunda mitad del siglo XX y hasta hoy en día, unos cuatro mil años después, aún estará en la primera plana y será lo más importante en la conciencia de su pueblo, el sagrado pueblo de Israel.

Y Abraham e Isaac están por darle su momento más sublime: La Akedá.

Este lugar no siempre se llamó Jerusalem. Tuvo otros nombres antes. ¿De dónde proviene entonces este nombre que conocemos hace miles de años? (En la Tora un nombre no será nunca casual, porque de él derivamos la esencia de un objeto o persona). ¿Cuál es la esencia de esta Ciudad Santa, generadora de nuestro poder espiritual?

Existe un Midrash fascinante: Uno de los hijos de Noé, Shem, ya había dado un nombre a este lugar. Shem fue el precursor de los Semitas; vivió nueve generaciones antes de Abraham. Shem gobernó esta área donde han sucedido tantas cosas. Se le identifica en el Génesis como el" Rey Malquizédek de Salem", porque él dio a este lugar el nombre de Shalem, que significa "perfección".

El Midrash prosigue con lo siguiente: Abraham también dio un nombre a este sitio. Lo llamó Yiré, que significa "él verá".

Pero el Todopoderoso quería que tuviera un nombre permanente. Se dijo entonces: Shem le puso Shalem y Abraham, Yiré. ¿Debo llamarla Yiré? Shem se ofendería. ¿Y si le pongo Shalem? Ofendería a Abraham. Combinaré los dos nombres. Llamaré este lugar sagrado "Yiré-Shalem", que ha derivado en el nombre actual Yerushaláyim, Jerusalem.

¿Cuál es realmente el significado de esta historia? ¿Qué quiso transmitir Shem con el nombre Shalem? ¿Qué intentó transmitir Abraham con el nombre Yíré? ¿Qué mensaje quiso darnos D's con el nombre Yerushaláyim?.

Shem llamó este lugar Shalem. ¿Quién era Shem? Existe una tradición más bien desconocida, que es muy interesante: Shem fue el primer estudiante, erudito y profesor de la Tora. Fundó la primera escuela de aprendizaje divino. Sus discípulos aprendieron de él los misterios de la creación, los aspectos ocultos de la santidad; solían profundizar en las sendas del hombre y D's, que recién serían incluidas años después en la Torá. Shem era considerado como el portador de las enseñanzas divinas que comenzaron con Adán. Se le conocía bajo el nombre de Cohén gadol shel olam. "Gran sacerdote del Universo". Se sumió en las enseñanzas que le habían transmitido sus antepasados, convirtiéndose en profesor y erudito por excelencia.

Ahora bien Shem, este gran profesor, sabe que Jerusalem es un lugar extraordinario. Un sitio que contiene toda la santidad y misterio de la vida, los secretos ocultos de la alegría del alma o satisfacción espiritual, del significado, del cumplimiento o realización. Para Shem, profesor, erudito y estudiante, el objetivo de la humanidad es conocer a D's, comprender a D's, y alcanzar la sabiduría y un estado de perfección y plena realización mediante el estudio de Su Palabra.

Shem nos dice de esa forma que se logra principalmente la esencia de ser judío a través de un proceso intelectual; es decir mediante la comprensión, el pensamiento y conocimiento. Para Shem, uno alcanza la verdad máxima a través de la mente, el intelecto, las cualidades cognoscitivas del hombre. Este era el camino que él seguía. Otras cualidades con las cuales hemos sido dotados también son importantes. Pero el componente principal para llegar a ser judío y tener una buena relación con D's es la mente. Esa mente que El nos ha dado nos ayudará a conocerlo y a alcanzar a ser "Shalem", porque El es "Shalem".

Abraham, por otra parte, le dio el nombre de Yiré. "D's verá o mostrará". Es un nombre muy peculiar, ¿Qué representa realmente?

Al revisar la narrativa de La Akedá vemos que la raíz "ra-á", "ver" o "mostrar" tiene distintos usos. En camino a la Akedá, el inocente Isaac dice a su padre, "Tienes todas las cosas para un sacrificio, ¿Pero dónde está el cordero para la ofrenda? " Su padre le contesta, "EloKim, yiré lo hassé", "D's nos mostrará el cordero". Más tarde, cuando Abraham está listo con el cuchillo en la mano para sacrificar a su hijo, su mano es detenida y un carnero, atrapado en los matorrales, es ofrecido en lugar de Isaac. Y el relato termina, "y Abraham, llamó a este lugar Ha-Shem, yiré", "D's verá"; así como se dice, "en la montaña del S' ñor, D's será visto". (Debemos recordar que cuando D's comenzó a revelarse a Abraham, en el capítulo doce del Génesis, D's le ordenó que dejara su ciudad natal para ir "a un lugar que te mostraré"). Estos son todos pasajes muy extraños.

¿Qué significa la palabra yiré? Literalmente, "D's verá o mostrará"; es decir, quizás no veamos, no comprendamos, pero D's sí ve, y finalmente nos muestra por qué se hacen algunas cosas y suceden ciertos acontecimientos,

Esto es lo que nos dice Abraham. La esencia de este lugar sagrado, la esencia de ser un judío, no está principalmente en el estudio, ni en la lucha por conocer y saber, ni en la mente. La esencia de nuestra fe eterna está en el corazón, en nuestra plena confianza en D's, en nuestra sumisión a D's, en dar nuestro corazón a D's, "Pongo mi espíritu en Tus Manos. Haz lo que quieras conmigo, soy tu siervo".

Esta visión de Abraham no es intelectual ni racional. Es una entrega total a D's, incluso más allá de lo lógico. ¿Pero quién mejor que Abraham sabe lo que significa entregarse? El Midrash nos dice: "... adoraremos y luego volveremos a vosotros" (Gen. 22:5), es decir, Abraham, volvió del Monte Moriah sólo bi-zjut hish-tajavaiá, "por su habilidad para someterse y humillarse".

Se hicieron muchos sacrificios antes de Abraham: Adán, Caín, Noé. Pero nadie antes de Abraham había entregado todo su ser: su hijo,su futuro,su destino, su comprensión lógica de D's. Abraham está listo para dar todo. Yiré: Nosotros, mortales, no vemos quizás el futuro ni el presente; puede ser sombrío, estar oculto en las tinieblas, tras unas nubes negras. No tiene sentido seguir adelante, va contra todo nuestro conocimiento, contra nuestras mentes maduras y perspicaces. Pero confiamos plenamente en El porque yiré. El ve. Y yo, como un niño debo tenerle plena confianza.

¿Qué diferencia existe entre el estudio y la oración, entre las dos grandes cumbres del servicio, la Tora y avodá?

El estudio no es un asunto de confianza; la erudición no se basa en la fe; uno examina críticamente, analiza, enfrenta desafíos. Esto es tan cierto en un laboratorio científico como en las páginas del Talmud. No se toma nada por sentado. Uno puede alcanzar niveles muy elevados mediante el estudio: la mente toma una cierta disciplina, uno aprende a pensar con precisión, con lógica y tiene siempre la mente muy clara. El mayor logro de un ser humano es poder usar su intelecto en forma adecuada.

Pero avodá, la oración, no pertenece a la mente, sino al corazón. La oración es fe y confianza. ¿Quién reza mejor? Un niño, por supuesto, porque no siente vergüenza de sollozar, ni de Implorar ni de utilizar el lenguaje emocional del corazón. ¿Por qué tocamos el Shofar para Rosh Hashaná? Porque el Shofar es nuestra oración muda más sublime. El Shofar llora y solloza. No siempre podemos sollozar ante nuestro Padre que está en el Cielo; entonces el Shofar, que nos recuerda el sacrificio del carnero, llora y solloza por nosotros, implorándole que nos admita ante Su presencia. La oración no examina, analiza, deduce ni interroga; no es un proceso de la mente sino del corazón.

Shem lo llama Shalem: el hombre debe alcanzar la perfección mediante estudio, análisis y reflexión sobre la Tora.

Abraham lo denomina Yiré: El hombre debe llegara tener plena fe en D's por medio de la oración, devoción y entrega total.

El Midrash concluye entonces que llegó el momento de que D's ponga un nombre a ese lugar: ¿Shalem? Abraham se sentiría ofendido; es decir, su tesis de que es primordial orar como un niño pasaría al olvido, y D's no desea que esto suceda, porque el entregarse como un niño y mostrar amor son la clave de toda relación de los judíos con El.

¿Y Yiré? Esto ofendería a Shem, es decir, descartaría lo tesis de Shem que establece que el acercamiento a D's es un proceso racional e intelectual que se va desarrollando a través del estudio de la Tora y la sabiduría de D's. Esto es imposible -dice D's- porque se descubre Mi voluntad gracias al estudio de la Tora.

Y este es el origen de nuestra fe, este lugar de donde fue creado Adán y donde aconteció la Akedá de Isaac, esta morada terrenal de la Shejiná de donde emana toda nuestra existencia, recibió su nombre y moldeó nuestras almas como judíos y nos convirtió en ese pueblo único en la historia del mundo: un pueblo que combina estudio y conocimiento de la Tora con una gran fe, confianza y amor en D's al realizar sus mitzvot.

¿Qué otro pueblo tiene una mayor tradición intelectual que el nuestro? ¿Qué otra religión pone énfasis en el estudio y conocimiento de D's? ¿En qué otra religión llaman a D's rabino, melamed, profesor, "Ha-melamed Tora le-amó Ysrael"? ¿Qué otra religión considera el mundo venidero como un bet midrash, un salón de estudio? ¿En qué otra religión es el verdadero aristócrata un erudito? ¿Qué otra religión tiene como mayor mitzvá el estudio de textos de la Tora? ¿Qué otra fe no ha impedido nunca a las masas tener conocimiento por miedo de lo que podrían hacer con él? ¿Para qué otro pueblo son el aprendizaje, la educación y el conocimiento, el saber, una finalidad en sí? Somos verdaderamente un pueblo intelectual.

Hemos presenciado en nuestro siglo a qué puede llegar un pueblo cultivado, con grandes conocimientos científicos y filosóficos, que no es moderado ni limitado por su corazón, sentimientos, amor ni emociones, que casi destruyó al mundo entero, y asesinó cruelmente a un tercio de nuestro pueblo.

No, dicen los judíos, no basta la mente o el intelecto. Deben complementarse con sentimientos, emociones y afecto.

Sí, debemos ser adultos, tener madurez y disciplina; pero también debemos ser niños, somos seres desamparados; hoy estamos aquí pero mañana ya nos habremos ido; somos como jeres ha-nishbar, "un tiesto quebrado".

¿Conquista tecnológica? ¿Viajes a Saturno y Júpiter? Somos igual que si no fuésemos nada. No sabemos nada. No vemos nada.

Sólo El ve: yiré. Un mal paso y ya no existimos. Un golpe en el cuerpo y lloramos de dolor. Deja de latir nuestro corazón unos instantes, la rueda anda mal unos segundos y desaparecemos, y todo nuestro orgullo, nuestras conquistas intelectuales son ke-jalom ya-uf, como "un sueño que se desvanece".

Pero el corazón por sí solo no nos da tampoco pleno dominio, porque amor, sentimiento y emoción, sin el respaldo de una disciplina y aprendizaje, sin conocimiento ni trabajo ni estudio, sólo conducen a un sentimentalismo pseudoreligioso más bien vago y confuso, lo que finalmente puede ser tan peligroso como la mente por sí sola. Lo sabemos porque hemos sufrido mucho durante dos mil años en manos de una religión que predica amor y corazón, pero por el otro lado "da la otra mejilla", y sus seguidores se encuentran sin Mitzvot, ni exigencias, ni disciplinas.

Vemos claramente la fusión de estas dos cualidades en el Shemá Yisrael. Existe esa entrega total como la de un niño, "con todo tu corazón y toda tu alma", pero a la vez se pone énfasis sobre la mente, el intelecto, "y deberás enseñárselas esmeradamente a tus hijos"; es decir, ama a D's, confía en El, conócelo y estudia a D's, cumple con sus mitzvot y conócelas, Somos grandiosos. Podemos crear, construir y conquistar el universo; pero por otra parte no somos nada, sólo polvo y cenizas.

¿Qué diferencia a un judío? Su conocimiento y el poder discernir cuándo dar mayor importancia a la mente y cuándo al corazón; cuándo ser preciso, complejo, lógico, adulto, y cuándo ser niño, inocente, confiado; cuán-do desafiar y enfrentar y cuándo aceptar y someterse.

Somos una amalgama, una mezcla, una fusión de ambas tendencias. Somos poderosos, podemos caminar en la luna y no somos nada; frágiles, vulnerables; "el viento se lo lleva y no queda nada". Somos Yiré, somos Shalen, y más todavía ¡somos Yerushaláyim!

 

Articulo tomado de la revista El Kolel ( Tishrei 5750) con la autorización de sus editores

 



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