Un ejemplo
Un rey vivía en su palacio construido de maravilla con la riqueza propia de la realeza, hermoso a la vista de todo el que lo mira y que hace que el corazón de los que pasan junto a él se llene de temor y reverencia debido a la guardia del rey que lo rodea con sus vistosos uniformes y sus impresionantes banderas.
Desde el palacio se ve la hermosa imagen del rey aparejada de distintos adornos todos ellos propicios a despertar la admiración y el asombro; las luces del palacio están encendidas y son de todos los colores del arco iris. El edificio entero y cuanto contiene son muestra del altísimo honor del monarca y de la reverencia y temor que inspira. De él salen las leyes para los habitantes del país y las órdenes para el ejército ya se trate de hacer la paz o la guerra. La firma del rey es lo único que decide todos los asuntos sin interferencia alguna.
Esto es así, sin embargo, únicamente cuando entre el rey y sus súbditos reinan la paz y la concordia. Pero si el pueblo se rebela contra el rey, los rebeldes destruyen en su furia el palacio del soberano, los miembros de la familia real son asesinados, y los soldados huyen humillados; en unos momentos no queda vestigio de la gloria. No hay palacio ni reino ni monarca. El lugar donde estaba el palacio se ha convertido en la sepultura del rey y su reino en una ruina de barro y fango, polvo y tierra; todo es presa de las llamas. A eso se asemeja el hombre. Todo ser humano se parece a un rey, está hecho a imagen de D-s, pero sólo cuando la capacidad de comprensión y el juicio son los que gobiernan y dirigen sus acciones y sus pasos; ni uno sólo de sus miembros se mueve sin recibir la orden de ellos y sus labios no emiten un sonido que ellos no dicten. En ese caso, el hombre es tan importante como un soberano.
Pero cuando se enoja y se pone nervioso, ese pequeño fósforo que recibe el nombre de "enojo" prende fuego a todos los explosivos, es decir a los malos rasgos de carácter, y todos empiezan a prenderse y a arder. La imagen divina que hay en el hombre queda reducida a cenizas, su rostro cambia hasta convertirse en el de una fiera, sus dedos y uñas se transforman en garras depredadoras que rompen, se clavan, destruyen y rasgan todo sin misericordia.
Tómate una foto cuando estás encolerizado, y no podrás soportar tu imagen. Cuánto menos podrán en ese caso soportarla los demás. El lugar donde alguien se enfada se hace impuro, y el alma de la persona se vuelve repugnante hasta que la repare y se arrepienta. No hay medida ni límite de hasta dónde puede caer una persona por culpa del enojo.
Como contrapartida, tampoco hay límite en hasta qué punto la tranquilidad del alma eleva y enaltece al hombre.
Sobre la prohibición de la cólera y la necesidad de apartarse de ella.
Está escrito en Kohelet 7: "No te dejes llevar por tu humor irascible porque la cólera se halla en los insensatos". Con este versículo, se nos enseña a no enojarnos. El Zóhar (parashat Koraj) dice que el que se enoja, dentro de su cólera está el veneno de la muerte, y dijeron los rabinos de la Mishná: El que se encoleriza es como si cometiera el pecado de la idolatría. En Nedarim (hoja 22) está escrito: "el que se encoleriza, ni siquiera la Presencia divina es importante para él, olvida lo que aprendió y añade [sobre sí] tontería, tal como está escrito: la cólera se halla en los insensatos'" y está [también] escrito: "El tonto da libre curso a su locura". Es sabido que sus transgresiones son más numerosas que sus méritos. Dijeron también los Sabios en Berajot (hoja 29): "Dijo R. Elijah a R. Yehuda el hermano de R. Sala el Piadoso: 'No caigas en una pasión, y no pecarás"
Si, no lo permita D-s, la persona llevó a cabo alguna acción en el momento en que estaba encolerizada, su pecado es mayor tal como está escrito en Shabat (hoja 105): "El que en su furia rasga sus vestidos y rompe sus utensilios y tira sus monedas en su furia, que sea a tus ojos como si hubiera cometido idolatría"
Si a una persona le sobrevienen sufrimientos, D-s no lo quiera, que no proteste ni se queje y desespere por ello
En Kohelet 11 está escrito: "Expulsa la cólera de tu corazón, aleja la maldad de tu cuerpo, porque la niñez y la juventud son pasajeras". Es decir, que el hombre tiene que apartar de sí totalmente el defecto de la cólera y procurarse todo tipo de ardides para no enfadarse por nada en todos los días de su vida. Está escrito en Nedarim (hoja 22) "El que se enoja está expuesto a todo tipo de infiernos porque está escrito: 'Aparta la cólera de mi corazón, así se quitará el mal de tu carne'" y en Taanit (hoja 4) "Si un joven erudito rabínico se encoleriza, es porque la Tora lo inflama... Rabina dijo: A pesar de eso, una persona debe acostumbrarse a sí misma a ser paciente porque está escrito: 'Aparta la cólera de mi corazón' etc."
La cólera es un defecto muy grave y el hombre debe alejarse de él lo más posible y aprender a no enfadarse aun cuando tenga motivos para ello. Si en algún momento tiene que mostrar su descontento para que sus hijos y demás miembros de su casa, o el público si se trata de un tesorero, lo teman y mejoren sus caminos, que finja enfadarse cuando esté ante ellos para su bien. Por dentro, sin embargo, debe conservar la sangre fría y hablar como si estuviera enojado pero sin estarlo (Hiljot Deot, cap. 2). En una ocasión oí contar que uno de los grandes rabinos castigó a su hijo para educarlo, e inmediatamente se volvió hacia otro lado con expresión relajada y sonrió ligeramente. Hay que saber cómo lograr que el enfado de la cara no provoque también el del corazón.
Los Sabios de los primeros tiempos dijeron que el que se encoleriza, si es inteligente pierde la inteligencia, si es profeta, el don de la profecía lo abandona y la vida del propenso a la cólera, no se puede llamar vida. Por lo tanto, es mejor alejarse de la cólera hasta que se acostumbre la persona a no sentir ni siquiera las cosas que normalmente producen enfado. Esa es la forma correcta de actuar: los justos se dejan humillar pero no humillan al otro, escuchan los insultos que les dirigen y no contestan, actúan movidos por el amor al prójimo y están contentos con los sufrimientos que les vienen. A ellos se refiere el versículo que reza: "Pero los que lo aman [a D-s] serán como el sol en su potencia" (Hiljot Deot cap. 2).
En Abot de Rabí Natán (cap. 1) está escrito: "Que sea el hombre parsimonioso con sus palabras y no sea inflexible con sus palabras, porque todo el que es inflexible con sus palabras las olvida tal como encontramos en nuestro maestro Moisés, que se olvidó de sus palabras tal como está escrito: '...y dijo el sacerdote Elazar'..." Es obvio que si Moisés, el inteligente entre los inteligentes, padre de todos los profetas, en el momento en que se enfadó se olvidó de sus palabras, cuánto más no debemos nosotros aprender que el hombre debe ser paciente y no enojarse. La palabra mantín, ser parsimonioso, está relacionada con la palabra natún, moderado. Que no sea inflexible con sus palabras significa en sus asuntos, es decir, que no sea puntilloso y no se enoje si no se ha dado a sus asuntos y pertenencias el trato debido según su voluntad. También se puede explicar en el sentido literal, es decir, que si mandó hacer algo y no lo obedecieron, no se enfade ni aunque se trate de algo relacionado con la Tora y con el cumplimiento de los preceptos, tal como encontramos en nuestro maestro Moisés
El Tana sagrado rabí Aquiva rezaba todos los días: "...que sea tu voluntad, oh Señor D-s mío y D-s de mis padres, que no me enfade hoy y no te haga enfadar a Ti (Jaredim citando a Pirquei de Rabí Aquiva, 14). A pesar de que "no te haga enfadar a Ti" comprende todas las trasgresiones y entre ellas la de la cólera, hay que tener cuidado con esta última porque es un pecado frecuente y fuente de todos los demás y sobre él está escrito: al que se encoleriza, lo dominan todo tipo de infiernos. Por eso rabí Aquiva rezaba expresamente para no caer en ese pecado (Jaredím).
El Rambán de bendito recuerdo nos dejó un excelente consejo para salvarnos de la cólera y así lo escribe en su Carta:
"Acostúmbrate siempre a decir todas tus palabras en tono tranquilo a toda persona en todo momento, y con ello te librarás del enojo".
Analicemos lo que esto significa:
"Todas tus palabras", incluso las de censura.
"A toda persona", incluso al que te provoque y menosprecie.
"En todo momento", incluso cuando te encuentres en una situación difícil, no lo permita D-s.
A pesar de todo, sobreponte y habla sólo en tono tranquilo, y con ello te librarás siempre del enojo.
Reflexiona sobre todo lo que incluyen en resumen las palabras santas de Rambán: todas tus palabras a toda persona, en todo momento (del gaón Rabí Guershón de Yadnik, nieto del Garshaz de Kelmo).
En Shaar Rúaj ha-Kodesh está escrito: la cólera impide totalmente la comprensión tal como vemos en el comentario de nuestros Sabios de bendita memoria al versículo "...y se irritó Moisés". Mi maestro de bendita memoria, era más estricto en lo que se refiere a la cólera que en todos los demás pecados , incluso aunque se tratara de un enojo provocado por [la negligencia en el cumplimiento de] un precepto como es el caso de nuestro maestro Moisés como dijimos arriba, y lo explicaba de la siguiente manera: que todas las demás transgresiones no afectan negativamente más que cada una de ellas a un solo miembro del cuerpo, pero la cólera afecta negativamente a toda el alma y la hace cambiar totalmente, porque cuando la persona se enfada, he aquí que el alma (neshamá) santa se va de ella y en su lugar entra un alma (nefesh) procedente de las cascaras (clipot), y el colérico ha de efectuar muchas reparaciones y muchos preparativos para traer de nuevo el alma que se desgarró de él. "Incluso cuando yo enseñaba a mi hermano, D-s lo proteja, y no aprendía como yo quería y yo me enojaba con él por eso, también entonces mi maestro de bendita memoria me advertía y me censuraba mucho por ello" (Eved ha-mélej Kohélet)
Cuando el hombre se ha esforzado en reparar su alma y en mejorar sus cualidades; cuando, después de haber recibido una educación buena y apropiada, va con buenas compañías y se aleja de las malas y de quienes lo impulsan a pecar, logra conocer y detectar a la inclinación que quiere penetrar en él, alejarse de ella y no caer en sus redes; de esta forma, logrará formar una generación de justos "...como brotes de olivo en torno a tu mesa"
Nos encontramos ya ante la última prueba de fuego y agua. Ya hemos sobrepasado los árboles de la horca, hemos alzado orgullosamente la bandera de nuestra sagrada Torá, y tenemos con nosotros a la próxima generación que constituyen nuestro futuro. No fracasemos, D-s no lo quiera, en la última batalla.
Nací en Janucá del año 1916 en el pueblo de Assina/ Nissana cerca de Dubenka. En el pueblo no había más que diez familias judías. Las dos ciudades más grandes de las cercanías eran Jelmo y Robashov, en la provincia de Lublin. Debido a mi origen, en las yeshivot me llamaban \"der Dubenker\".
Mis padres fueron Rab Shmuel y Tzipora (nacida Waikerman) Hertzman z\"l. Mi padre era \"melamed\" y enseñó a muchos niños en la ciudad de Tishevitz.
Estudié con \"melamedim\" en Nissena. Recuerdo sobre todo a Reb Moshe Ehrlich que vivía en Dubenka. También estudié con Reb Libe Segal de la ciudad de Sparish. Después proseguí mis estudios en las yeshivot Novordok de Jelmo y Ichiutzmir y, más tarde, en la yeshivá de Karlin en Lunentz, bajo la dirección de Rav Yosef Berkowitz. Asimismo, estudié con el Rav Eljanan Wasserman en Baranowitz y con el Rav Boruj Ber Lewovitz en Kamenitz. Tras un período en la yeshivá Jajmei Lublin, me integré a la de Mir y con ella, me radiqué en Shangai durante la Segunda guerra mundial . En esa ciudad pasé a formar parte del círculo de allegados de mi querido maestro, Rav Yejezkel Levenstein z\"zl. Por misericordia del Todopoderoso, sobreviví a la conflagración en Europa y me instalé en Estados Unidos donde tuve el privilegio de enseñar a generaciones de estudiantes.
Deseo presentar una ofrenda ante Hashem, bendito sea, para su misericordia con mis martirizados padres z\"l así como con quienes se han encargado de imprimir mis obras. Que el mérito del esfuerzo de estos últimos por diseminar valores genuinamente judíos, acerque la Redención Final.
Rav Hertzman z"zl falleció sin dejar hijos, su pedido fue que si sus escritos aportaron algo de valor que estudien por su alma Mishnayot y que reciten los Salmos 16, 32, 41, 42, 59, 77, 90, 105, 130, 150 y con el mérito de esto obtengan satisfacción de sus hijos, misericordia y éxito en cuanto deseen.
Le Ilui Nishmat, para el eterno recuerdo de Rav Eljanan ben Shmuel Hertzman.