Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

La Nueva Hoja Nueva - Shemot-17

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PISANDO FIRME

“Y Hashem vio que se apartaba para mirar” (Shemot 3,4)

Poco tiempo antes del nacimiento de Moshe Rabenu, dijeron los adivinos del faraón que en el futuro iba a nacer el “salvador” de Israel. Y Miriam, la hermana de Moshe, también vio en “profecía” que el hermano que estaba a punto de nacer sería el “salvador” de Israel.

Cuando nace Moshe Rabenu, la casa se llenó de luz.

Desde el momento en que nació, Moshe Rabenu estaba preparado para traer la salvación y ser el conducto para realizarla, pero lo mejor sería esperar a que llegue el tiempo adecuado.

Y cuando llegó ese momento, tenía ochenta años. Y ya no estaba en Egipto, había escapado para que no lo maten los soldados del faraón.

Se convirtió en el pastor de las ovejas de su suegro, Itro. Una de las ovejas se separó del rebaño y corrió detrás de ella, en medio del desierto. Y llegó hasta el monte Sinai. En la cima del monte había un arbusto, y sucedía algo muy extraño, el arbusto estaba en llamas pero no se consumía...

Y dijo Moshe, me acercaré para poder apreciar este gran espectáculo: ¿por qué el arbusto no se consume? (Shemot 3,3)

Y está escrito en el Midrash (Shemot Raba 2,6): rabi Ionatan dijo que en ese momento Moshe Rabenu dio cinco pasos. Rabi Shimon Ben Lakish dijo que simplemente giró su rostro para mirar, como está escrito “y Hashem vio que se apartaba para mirar”.

¿Qué quiere enseñarnos el Midrash?

Si Moshe hubiera estado indiferente ante algo que sorprende a cualquier persona, si no hubiera girado su rostro para observar, o si, simplemente seguía su camino, no habría pasado absolutamente nada.

Y Moshe Rabenu seguiría siendo el pastor de las ovejas de su suegro, Israel no podría salir de Egipto y sus “cincuenta grados” de impureza, y el arbusto seguiría quemándose...

Solamente giró su cabeza... y todo tomó forma:

Hashem se le reveló, y lo envió a salvar al pueblo, para entregarles la Tora.

¿Quién sabe cuántas bondades se nos presentarán, o cuántas coronas están preparadas para poner sobre nuestras cabezas, si solamente caminamos y avanzamos cinco pasos..., hacia las ¡Tiendas de la Tora!

Si solamente giramos la cabeza para apreciar la luz. Para poder ver el gran fuego...

Y cuántas veces no queremos hacerlo o pensamos que no podemos, o que ¡justo ahora!, ¿no podría ser en otro momento? ¡Seguro que no! Cuando Hashem nos da otra oportunidad, ¿qué esperamos? O también nosotros queremos decidir cuándo Hashem tiene que darnos la próxima oportunidad. Hay veces que nos pasamos de vueltas…

La “Salvación” de Israel, la Salida de Egipto, comienza con la visión del arbusto por parte de Moshe Rabenu. La más pequeña de todas las plantas, una planta no muy bonita, y hasta con pinches y espinas en lugar de flores. Y Hakadosh Baruj Hu buscó, exclusivamente, esa planta para revelarse y mostrarse dentro del fuego, como diciendo, “Yo estoy contigo en la estrechez” (Tehilim 91,15).

Entonces, en esta visión hay un mensaje de nuestro Bore Itbaraj: también cuando ustedes están sumergidos en un pozo tan grande, como lo son los cuarenta y nueve grados de impureza, todos pueden salir del abismo y elevarse tanto, como para alcanzar la revelación de la Divinidad, como pudieron apreciar...

Pero, por otra parte, aquí también hay una advertencia: también la persona que alcanzó la revelación de la Divinidad, tiene que saber que todavía es un arbusto (no es fuerte como un árbol), y con una pequeña desviación está propensa a pecar al igual que Israel pecó con el becerro al poco tiempo de recibir la Tora…

El gaon rabi Abraham Iafen ztz”l, decía: por un lado sabemos que “inclusive un pecador de Israel está lleno de preceptos como (de semillas está lleno) un rimon” (la granada) (Berajot 57a). Sin embargo, desde otro punto de vista, el hombre sabe, lamentablemente, que puede estar lleno de preceptos, al igual que el rimon, y mantenerse y seguir siendo considerado el “pecador de Israel”.

Es terrible: este hombre puede ser el “arbusto que arde con el fuego”, con el fuego del estudio de la Tora, con una profunda concentración en las oraciones, entendiendo lo que pronunciamos, y con un cumplimiento cuidadoso de los preceptos.  Y, con todo esto, el “arbusto” lleno de pinches, tan espinoso, “no se quema”, y se mantiene firme. También puede ser “destacado y con una altura por encima de todo el pueblo”, y destacado y por debajo y ser inferior a todos...

Pocos pudieron ser merecedores de esto, y todo hombre está obligado a proteger sus logros alcanzados en lo espiritual: dejar entrar al fuego y maravillarse con la revelación de la Divinidad, y junto a esto, estar prevenido del peligro de las espinas y cuidarse del Ietzer Hara.

Traducido del libro Maian Hashavua.

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom

 



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