Adaptación Rav Gabriel Guiber
La Hoja

PERASHAT SHEMOT-17

LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE “y ellos no van a creerme” (Shemot 4,1) ¿Quién quiere este billete?, preguntó el maestro mostrando un billete de doscientos shekalim (casi sesenta dólares) frente a sus alumnos. Como era de esperar, todas las manos se levantaron
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LA INFLUENCIA DEL AMBIENTE
“y ellos no van a creerme”
(Shemot 4,1)

¿Quién quiere este billete?, preguntó el maestro mostrando un billete de doscientos shekalim (casi sesenta dólares) frente a sus alumnos. Como era de esperar, todas las manos se levantaron, y todos gritaron: “yo”, “yo”. ¿Quién no ama al dinero?...

Después, el maestro arrugó el billete entre sus dedos, hasta que el billete se asemejaba más a un trapo de piso escurrido que a un papel. Y otra vez le preguntó a sus alumnos: ¿quién quiere este billete arrugado? Nuevamente, todas las manos de la clase subieron bien alto y todos los alumnos al unísono: “yo”, “yo”…

El maestro tomó el billete, lo arrojó al piso, y comenzó a pisarlo con sus zapatos, ensuciándolo con tierra. Lanzó una mirada a sus alumnos, que prestaban mucha atención, y preguntó: ¿también ahora están interesados en este billete?
-Seguro, contestaron los alumnos.

El maestro levantó su voz, y transmitió el mensaje a sus alumnos: ¡ustedes pueden ver! Un billete sigue siendo querido y deseado, también cuando está arrugado, sucio o aplastado. Lo levantamos del piso, lo sacudimos un poco, lo alisamos otro poco, y vuelve a tener su valor original.

¡De la misma forma el alma del iehudi! ¡Tan valiosa como las piedras preciosas! (y más). A veces, lo alenu, el iehudi cae en los abismos y su alma se ensucia con la impureza de los pecados. A pesar de eso, su valor se mantiene intacto, elevado, porque aquí apareció sólo una impureza exterior… La levantamos de la tierra, nos arrepentimos, volviendo a nuestras fuentes, lavamos el alma con las gotas de las lágrimas, y la impureza exterior desaparece, revelándose un alma limpia y pura…


Cuando Hakadosh Baruj Hu le informa a Moshe Rabenu, que él seráel encargado de conducir al pueblo hacia la Salvación, Moshe le dice a Hashem, en forma de excusa: “y ellos no van a creerme”. ¿Cuál es en verdad la queja de Moshe?

Y como prueba de esto, Hashem pone en las manos de Moshe Rabenu tres señales, las tres apuntan a mostrar lo mismo, que todas las dificultades tienen su origen cuando se saca una cosa de su ámbito o de su uso corriente.

La primera señal: Hashem le pregunta a Moshe: ¿qué tienes en tu mano? Y Moshe contesta: mi vara. Moshe arroja la vara al piso y se transforma en una serpiente. ¿Qué provocó este cambio? La vara salió de su lugar (la mano de Moshe) y fue arrojada al piso.

La segunda señal: Hashem le dice a Moshe que ponga la mano bajo su axila (ese es el lugar propio de la mano). Luego le ordena sacarla de allí, y como consecuencia de quitarla de su lugar la mano se vuelve leprosa, blanca como la nieve. Y cuando Moshe vuelve la mano a su lugar, recobra su apariencia inicial.

La tercera señal: Hashem le dice a Moshe que saque agua del río, y al volcarla sobre la tierra se transforma en sangre.
Hashem le muestra a Moshe Rabenu, en las tres experiencias, que el lugar “provoca”, y que cuando una cosa es quitada de “su lugar”, de su raíz, cambia para el mal…

De acuerdo a las palabras del Rambam (Deot 6,1), la fuerza del ambiente y de la gente que rodea a la persona, provoca una influencia que puede cambiar su vida. Por eso, el hombre deberá intentar, con todas sus fuerzas, integrarse en un buen ambiente.
Veamos las palabras de “oro” del Rambam: lo normal en la conducta del hombre, es ir detrás de los pensamientos y las acciones de sus compañeros, y comportarse según las costumbres de la gente del país. Por eso, el hombre debe unirse a los hombres justos y sentarse siempre entre los sabios, para aprender de sus acciones, y alejarse de los malvados, que caminan en la oscuridad, para no aprender de sus malas acciones… Entonces, si el hombre vive en un país donde sus habitantes tienen malas costumbres y no existe gente que se conduzca por un camino recto, que se vaya de allí hacia un lugar donde encuentre personas justas que se conduzcan por un buen camino. Y si en todos los países, él sabe o escuchó que toda la gente se conduce por un camino no bueno, como en nuestros días (palabra del Rambam, en su tiempo), o porque no puede llegar hasta un país donde sabe que se conducen por el buen camino, debido a los ejércitos que prohíben el paso o por alguna enfermedad, la solución será sentarse en soledad, como está escrito (Eja 3,28). Y si los habitantes son malos y pecadores, que no permiten establecerse en el país, si no se mezcla con ellos, comportándose como sus malas costumbres, que salga hacia las cuevas y los desiertos, y  no se conduzca por el camino de los pecadores…

Cuentan sobre el gaon, rabi Iejezkel Levinstein ztz”l que un día se vio en la necesidad de viajar a la ciudad de Tel Aviv (desde Bnei Brak, en aquellos tiempos se trataba de un viaje que tomaba varias horas entre ida y vuelta). Esa noche, debía dictar una conferencia, en Bnei Brak, para el fortalecimiento espiritual, frente a un pequeño grupo de alumnos. Los alumnos esperaron, pero el Mashguiaj no llegaba. Empezaron a preocuparse, tal vez, Jalila, el rab no se siente bien. Fueron a su casa y lo encontraron estudiando, como si no pasara nada.

-Honorable rab, los alumnos preguntaron extrañados, ¿hoy no teníamos una clase con usted?
Contestó rabi Iejezkel: lo sé, hijos, lo sé, pero, lamentablemente, tuve la necesidad de viajar hoy a Tel Aviv, y esto me provocó una gran debilidad (espiritual), hasta el punto que no me siento en el nivel de las palabras que quería decir…

Los alumnos escucharon estas palabras, que fueron tanto o más importantes que cualquier otra conferencia de fortalecimiento, y que nos enseña cuánto debemos cuidarnos de la influencia de nuestro entorno.

Más contaron sobre rabi Iejezkel, que después de la segunda guerra mundial vivió en los Estados Unidos, y para él era muy difícil soportar, el ver a toda una población que “corría” hacia el materialismo, detrás de cualquier cosa que nos acercara a lo material, alejándonos de la espiritualidad. Y lo comparó a un hombre que ve a un borracho que está disfrutando del vino. A este hombre el vino no le provoca ningún deseo de beber. En cambio, si entra a un comercio donde toda la gente se sienta a beber, donde se “respira” el aroma del vino, este aroma le provocará un gran deseo de beber. Por eso, se apresuró a subir a la tierra de Israel, donde el aire nos trae sabiduría…

Traducido del libro Otzaroteinu.

Leiluy Nishmat

Israel Ben Shloime   z”l

Lea (Luisa) Bat Rosa    Aleha Hashalom

Iemima Bat Abraham Avinu    Aleha Hashalom



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