Rabino Richard Kaufmann
Reflexiones

Parashat Kedoshim-7

First slide

 "Y si viviese un extranjero contigo en tu tierra, no lo engañarás" (Vaikrá 19, 33).
 

 

Es decir, no te aprovecharás del hecho que él es extranjero y que no entiende cómo funcionan las cosas para engañarlo y eventualmente sacar de él algún tipo de provecho.
 
Y la Torá se llama "Torat Emet" - enseñanza de la verdad -, porque constantemente nos estimula a actuar con la verdad, no mintiendo ni engañando, ni aprovechándonos de la ignorancia o la debilidad de las demás personas ...
 
Y sin lugar a dudas, sólo quien actúa honestamente puede llegar a tener verdadera bendición en la vida; pues quien miente y engaña para obtener ventajas y beneficios, es imposible que pueda contar con la anuencia y la bendición de Hashem en aquello que hace; sufriendo tarde o temprano las consecuencias de sus engaños (en caso de no haber recapacitado y corregido concretamente las consecuencias de su mala conducta).
 
Y la pregunta principal no es si uno va a lograr tener "más" o "menos" de algo, sino si va a poder obtener la verdadera bendición de Hashem a partir de lo que tiene ...


"No haráis injusticia en el juicio, en medidas de longitud, de peso o de capacidad" (Vaikrá 19, 33).
 

¿Y por qué hace falta que la Torá mencione longitud, peso y capacidad?
 
¿Acaso si hubiera dicho uno sólo de estos parámetros, no hubiéramos comprendido claramente por extensión, que también se estaba referíendo a todos los demás?
 
Y la respuesta es, que como el ser humano suele ser sumamente creativo para las cosas que le conviene (especialmente cuando están involucrados factores de índole económico), es sumamente necesario que la Torá detalle y sea absolutamente clara en sus exigencias, de modo tal que se evite dar pie a toda clase de trucos y/o confusiones, que hagan que el individuo termine finalmente engañando, bajo un supuesto halo de validez y de legalidad ...


"No propalarás diafamaciones entre tu pueblo, ni depondrás contra la sangre de tu prójimo, Yo soy Hashem" (Vaikrá 19, 16).

Para el Judaísmo existen dos formas generales de hacer el mal. Una es haciendo el mal de manera activa y la otra es siendo indiferente, permitiendo que lo malo suceda por causa de nuestra actitud pasiva.
 
La primer parte del versículo nos advierte de no ser protagonistas o complices activos en la propagación del mal, diafamando a nuestros semejantes y ensuciando sus nombres.
 
La segunda parte del versículo tiene que ver con no ser indiferente cuando vemos a la sangre de nuestro semejante derramándose; teniendo la obligación inmediata de salir a buscar ayuda, para no ser complices de lo que les suceda por causa de nuestra pasividad ...
 
Y en este sentido, para el Judaísmo no alcanza que el individuo se abstegna de hacer daño a sus semejantes para ser considerado como una "buena persona", sino que es necesario que - sumado a su cuidado por no causar ninguna clase de daños o perjuicios - se ocupe de evitar que sus semejantes salgan damnificados por otros, ayudándolos proactivamente para hacer mejor y más felices sus vidas ...