Aprendí que el coraje no era la ausencia de miedo,
sino el triunfo sobre él.
Escribo esto un día horrible, una semana horrible, un mes horrible. Ayer había empezado a relajarme porque tuvimos un día tranquilo, pero a la noche fue el atentado en Beer Sheva y volví a los niveles astronómicos de ansiedad con los que vivo estos días.
Me dormí llorando porque cometí el error de ver el video del atentado. Y cometí el error de leer las noticias. Y cometí el error de ver la foto del soldado muerto y la del eritreo a quien confundieron con un terrorista. Y si uno comete esa serie de errores no queda otra opción más que irse a dormir llorando. A esta altura, después de 40 atentados, ya debería saberlo.
Hasta hace un mes salía de casa con el gas pimienta en la cartera. En estos días lo llevo en la mano, y cuando paso por el parque en donde jardineros árabes trabajan con sierras eléctricas, lo llevo listo para disparar.
Mi marido dice que exagero. Que no es para tanto. Que perdí la proporción de las cosas. Y yo le creo. Pero también sé que se equivoca.
Se puede ser cobarde y valiente al mismo tiempo.
Soy cobarde porque en la calle camino mirando para todos lados, sobre todo hacia atrás; esos monstruos salvajes asesinos atacan por la espalda. Pero soy valiente porque tengo la seguridad de que defendería a mis hijos con mi vida si tuviera que hacerlo.
Soy cobarde porque dejé de ir a la verdulería y en cambio hago el pedido por teléfono. Pero soy valiente porque no querría estar en ningún otro lado, Israel es mi casa.
Soy cobarde porque me sobresalto si me choco de sopetón con alguien en una esquina. Pero soy valiente porque jas ve jalila, estaría dispuesta a hacerle frente a un terrorista.
Soy cobarde porque se me acelera el pulso cuando escucho helicópteros o sirenas. Pero soy valiente porque a pesar del caos, le sigo contando el cuento a mi hija.
Soy cobarde porque paso gran parte del día con miedo. Pero soy valiente porque sigo mandando a mis hijos a estudiar, ir a casa de sus amigos, seguir con sus vidas.
Soy cobarde porque de noche tengo pesadillas. Pero soy valiente porque al día siguiente me despierto y empiezo de nuevo, con una sonrisa.
Soy cobarde porque estoy asustada. Pero soy valiente porque soy judía.
Am Israel jai ve kaiam.
Extraído del blog Extrañas en el paraiso con autorización de la escritora