Untitled Document
Las Virtudes Eternas
Rabino: Hola David
David: Buenos días Rabino. Me gusto mucho la clase sobre Derej Eretz. Quisiera pedirle que hoy me enseñe como hacer algunas de las Mitzvot.
R: Antes de seguir con las Mitzvot debemos aprender y tratar de poner en práctica lo que les precede.
D: ¿Qué es lo que les precede?
R: ¡Las virtudes humanas!
D: Pero éstas no son exclusivas del judaísmo.
R: Las virtudes humanas son, como tú dijiste, universales. Sólo que en el judaísmo constituyen la base de las Mitzvot.
D: ¡Siempre creí que el judaísmo se basaba solamente en las Mitzvot escritas en la Tora!
R: La gente tiende a creer que el judaísmo es una serie de leyes relacionadas con rituales tales como Shabat o preceptos inherentes al comportamiento en la sinagoga o a los rezos.
A estas alturas entenderás que el judaísmo no es una religión, sino que constituye una forma de vida y, como tal, cubre todas las áreas de nuestra existencia, desde el nacimiento hasta la muerte. Es por ello que encontramos leyes específicas para el desarrollo de nuestra vida diaria en todos sus aspectos, por ejemplo, sobre la relación con nuestros amigos, familiares y sobre todo con nuestro cónyuge. Además también contiene enseñanzas sobre la forma de expresarnos, que se puede decir y cómo. La Tora nos instruye sobre el modo de realizar nuestras transacciones comerciales, el uso debido del dinero y hasta el uso propicio de nuestro tiempo. Igualmente involucra el desarrollo y crecimiento personal, incluyendo el refinamiento de nuestras virtudes (Midot).
En resumen, el judaísmo nos indica como llevar una vida sublime dedicada a cumplir la voluntad de Dios, por medio del apegamiento a la Tora y a las Mitzvot.
D: ¡Me cansé nada más de oírlo! ¿Y usted cree que yo voy a aprender todas estas leyes que incluyen “todo” en la vida en unos cuantos encuentros?
R: En nuestras clases estudiaremos el concepto general de todos estos aspectos de la vida, y después te podrás dedicar a su conocimiento más profundo y detallado y a la forma práctica de cumplirlas.
D: Pero esto es un “proyecto de por vida”
R: Mejor dicho, “el proyecto de la vida”. Este proyecto consiste en estudiar con profundidad todas estas leyes y tratar de cumplirlas.
D: Y usted, ¿logró estudiar todas estas leyes?
R: ¡Como comprenderás, obviamente no!
D: ¿Qué, ni usted ha podido dominar toda esta sabiduría?
R: David, ¡ni Moshé Rabeinu (Moisés) dominó “todo”!. De los cincuenta niveles de Sabiduría Eterna, él sólo dominó cuarenta y nueve.
D: ¿Y usted?
R: ¿Tú oíste hablar sobre el Gaón de Vilna?
D: Sí, claro.
R: Él fue una de las personas más sabia de los últimos trescientos años. Él estudiaba la Tora veinte horas diarias, y con toda su capacidad mental y dedicación no llegó a conocer todo. Siendo así, ¿cómo crees que yo pueda dominar todo?
D: Entonces ¿para qué voy a empezar si nunca voy a terminar?
R: Muy buena pregunta. La respuesta es que la misión de cada persona es actualizar su potencial. Dios no sólo tiene en cuenta el resultado, sino también el esfuerzo realizado por llegar a este. Por eso te dije que esto es “el proyecto de la vida” de un judío. El debe esforzarse por terminarlo, pero cada paso cuenta. El judío no debe impresionarse por la magnitud del “proyecto”, sino dedicarse con entusiasmo a cubrir lo máximo posible.
¿Alguna duda?
D: No por ahora.
R: ¿Seguimos con las virtudes humanas?
D: Si por favor.
R: Para entender esto tenemos que referirnos a Rabi Jaim Vital, el alumno principal del Ari Hakadosh (quien nos reveló hace quinientos años los secretos del Zohar, o Cábala). En su libro Shaarei Kedushá, él nos indica que el alma de la persona se divide en dos: El Alma Básica (Yesodit) y el Alma Intelectual (Sijlit).
El Alma Básica se nutre de las buenas cualidades de la persona. Un Alma Básica vigorosa sólo se logra cuando la persona se comporta con buenas características de personalidad. Además, como su nombre lo indica, esta alma es la base del Alma Intelectual. Ahora bien, esta ultima es la que permite a la persona la realización de las Mitzvot, pero a condición de que resida sobre un Alma Básica sólida. Por lo tanto, a menos que una persona posea un Alma Básica sólida, sus Mitzvot carecerán de la calidad que les brinda estar fundadas sobre un cimiento estable, constituido por las virtudes humanas.
D: ¿En otras palabras, quiere decir que las virtudes humanas son la base de las Mitzvot?
R: Exacto. Esto se puede explicar mejor si lo analogamos a la construcción de un edificio, que está integrado por los cimientos y la construcción misma. Si uno no construye buenos cimientos, el edificio no estará muy firme y no podrá resistir demasiado.
D: Yo siempre pensé que el judaísmo se basaba solamente en el cumplimiento de las Mitzvot
R: Mucha gente considera que el cumplimiento de los “rituales” es lo más complejo del judaísmo. No obstante lo más difícil es en realidad superarse a sí mismo y tener buenas cualidades de personalidad. El judío debe hasta el último momento de su vida trabajarse así mismo y tratar de mejorar su mundo interno.
D: Comprendo, pero si el judaísmo se basa primeramente en las cualidades humanas, entonces ¿por qué la Tora sólo nos enseña las Mitzvot pero no las virtudes humanas?
R: A simple vista tienes razón, pero si profundizas en los textos de la Tora notarás que estas cualidades están en ella. Un ejemplo de esto lo vemos en el primer libro de la Tora, Bereshit (Génesis). Allí nos relata que la serpiente, que era el más astuto de los animales, codició a la esposa de Adam (Javá o Eva) y por lo tanto lo envidió. Por esta razón le dijo a Javá que Dios les prohibió que coman del Árbol del Entendimiento, explicándole que de ese árbol Él había comido y había creado el mundo (lo cual era mentira). El producto de esta envidia fue Lashon Hará (calumnia) que derivó en lo que ya todos sabemos: Javá y Adam comieron del árbol. Como resultado de la envidia y el Lashon Hará de la serpiente, todos fueron exiliados del Gan Eden (jardín del Edén).
Como vemos estas cualidades pueden tener graves consecuencias.
D: Yo pensaba que el incidente de la serpiente era una fábula muy interesante, pero nada más.
R: Mira David ¡no hay fábulas en la Tora! Si Dios escribió algo es para enseñarnos conceptos importantes, y cada palabra por más insignificante que nos parezca lleva en sí una gran enseñanza. De este relato, entre otras cosas, aprendemos lo nocivo que es la envidia.
D: Comprendo. ¿Dónde más encontramos en la Tora modelos sobre las virtudes humanas?
R: Hay muchos. Por ejemplo, El incidente de Caín y Abel, en el cual Caín tuvo celos y envidia de su hermano Abel y lo asesinó, convirtiéndose así en el primer asesino de la historia.
En Abraham, el primer judío, encontramos la virtud de la humildad y la generosidad. No buscaba honores, hacía el bien a los demás y aunque era muy rico siempre se comportaba en forma modesta.
En contraposición, los habitantes de Sodoma y Gomorra eran personas crueles e indiferentes a las necesidades del otro. Llegaron a un nivel tan bajo de egoísmo y maldad que fue decretada su destrucción.
La Tora también nos enseña que la característica de humildad o modestia que poseía Moshé Rabeinu (Moisés) fue la condición principal para que llegara a ser quien recibiera la Tora de Dios; ser el guía del pueblo judío por cuarenta años y el profeta más grande que ha existido.
D: Es decir que la Tora sí nos enseña mucho sobre las características humanas, ya sean positivas o negativas.
R: Definitivamente. Y eso no es todo, sólo te he mencionado unos pocos ejemplos. Imagínate el caudal de enseñanzas que también podemos encontrar en el resto de los escritos, como ser los relatos de los Jueces, los Reyes, los Profetas, etc.
D: Nunca supe todo esto… ¿podríamos analizar algunas características con más profundidad?
R: Si, vamos a tratar de estudiar muchas de las virtudes, pero antes te quiero aclarar lo siguiente: la palabra en hebreo para referirse a las virtudes humanas es Midot que viene de la palabra Mida que significa “medida”. Esto nos enseña que las cualidades humanas no son siempre buenas o malas, sino que lo que hace la diferencia es la “medida” de su uso. Con excepción de la humildad, ninguna de las virtudes humanas es buena en cualquiera de sus extremos. Lo que tiene que hacer la persona es tratar de utilizar las virtudes humanas en su medida correcta.
D: Aún no comprendo por qué Dios no nos ordena directamente, como Mitzva, el mejorarnos y poseer todas estas virtudes.
R: Lo que sucede es que las cualidades humanas no son parte de las Mitzvot, sino su base, y a aquel que no trabaje en sus características de personalidad, le será muy difícil cumplir con los preceptos de la Tora, como Shabat, Mezuzá, etc. Esto se entiende mejor analizando la analogía que hacen los sabios de la Tora con el agua. Así como un recipiente quebrado no puede mantener liquido adentro, tampoco puede una persona que no se ha trabajado a si misma adquirir Tora. Además, dado que el agua toma la forma del recipiente que la contiene, si las midot de la persona no son las adecuadas, la Tora que estudie permanecerá del mismo modo que lo hace el agua en un recipiente inestable.
D: Podemos decir entonces, que las cualidades humanas son un prerrequisito a las seiscientas trece Mitzvot.
R: Ciertamente. Y no solo eso, incluso los diez mandamientos se basan en las cualidades humanas
D: ¿Los diez mandamientos? ¡No me imagino cómo!
R: Bueno, si yo te preguntara cuál es el más importante de todos ellos, el que a su vez lleva a cumplir los otros nueve, ¿qué me dirías?
D: Me atrevería a contestar que es el primer mandamiento.
R: Bueno, eso es lo que la mayoría de la gente contesta.
D: ¿Y no es correcto?
R: En realidad el primer mandamiento, “Yo soy Dios, el Todopoderoso que te sacó de Egipto…” es muy importante. Pero aquel que incluye a todos los otros, es decir que al cumplirlo hace que los otros sean muy fáciles de cuidar, es el decimo mandamiento: “No codiciaras la casa de tu prójimo; no codiciaras la mujer de tu prójimo, ni su siervo ni su sierva, ni su toro ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo”
D: ¡Ahora sí que estoy perdido! ¿Podría usted explicarme cómo?
R: En otras palabras la raíz de toda la Tora y sus Mitzvot es estar satisfecho con lo que Dios nos da, sin desear o codiciar nada del prójimo; lo cual es lo que nos dice el décimo mandamiento.
D: Pero todavía no me queda claro cómo se conecta este mandamiento con los otros nueve.
R: El Talmud dice “A nadie le corresponde nada que le pertenece a su compañero”. Esto implica que cada persona posee todo lo que necesita para cumplir con su misión en este mundo. Es más, el tener más podría dificultar su labor. Siendo esto así, no hay razón para la envidia, ya que lo que cada uno recibe es exactamente lo que Dios le otorga.
Si consideramos que la confianza en Dios (Bitajon) es el fundamento del judaísmo, nos daremos cuenta que el estar satisfecho con lo propio, debido a la comprensión de que Dios es quien nos proporciona todo lo que necesitamos, es básico. Este concepto es el que previene que la persona jure en falso para obtener el dinero de otros, que le desee mal al prójimo, que le robe o mate, pues esta satisfecho con lo propio. Si no desea cosas de otras personas, no atestiguará falsamente contra ellas y cuidará su boca de “Lashon hará” (calumnias) y de hablar mentiras, pues no sentirá resentimiento ni celos de los demás.
Como te dije antes el décimo mandamiento incluye a los otros diez. Asimismo nuestros sabios nos enseñaron que todas las Mitzvot de la Tora son ramificaciones de los Diez Mandamientos. Siendo esto así, el décimo mandamiento constituye la base para todas las Mitzvot de la Tora.
D: Ahora entiendo cómo “No codiciarás” es la base de todo el judaísmo.
Pero a mí me enseñaron que “Ama a tu prójimo como a ti mismo” es el cimiento de toda la Tora.
R: Bueno, primero hay que entender qué quiere decir “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. La Guemará lo explica como “No le hagas a nadie lo que no quieres que te hagan a ti”. Es decir: no le robes, no lo avergüences, no lo envidies, etc. Así, “No codiciarás” es equivalente a “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, pues quien esta satisfecho con lo que posee no le hará mal a su prójimo.
Para acentuar más este concepto tomemos la destrucción de los dos Templos de Jerusalén. El Primer Templo fue destruido debido a que los judíos habían cometido los tres pecados capitales: idolatría, asesinato y actos inmorales. Como castigo, Dios exilió a los judíos a Babilonia por setenta años y después regresaron para construir el Segundo Templo. En la época de la destrucción del Segundo Templo, en cambio, los judíos cumplían con todas las Mitzvot, pero no se cuidaban del pecado de odio al prójimo, provocando, obviamente, Lashon Hará (hablar mal del otro). El hecho que el exilio de este Templo lleva más de mil novecientos años, nos indica que el odio al prójimo es peor que los tres pecados capitales juntos.
D: ¡Asombroso! Todo parece como una gran red donde cada suceso se enlaza y conecta con una o varias cualidades humanas.
R: Así es. Un ejemplo clásico que describe la importancia de las virtudes humanas y el modo de mejorarlas es la epístola del Ramban
D: ¿Qué es una epístola?
R: Una epístola es una carta.
D: Maestro, si usted dice que esta epístola es muy importante, seguramente la escribió un hombre muy sabio. ¿Acaso vivió él en nuestra época?
R: No. Ramban (Najmanides) vivió hace aproximadamente ochocientos años y escribió esta epístola a su hijo para enseñarle el modo de conducta que debe seguir un judío en su vida.
D: ¿Quien fue el Ramban?
R: Su verdadero nombre era Rabi Moshe ben Najman pero es conocido también como Ramban o Najmanides. Nació en Gerona, en el norte de España. Después de haber estudiado profundamente todos los aspectos de la Tora, fue reconocido como uno de los más grandes eruditos que han existido. Escribió varios libros sobre todas las áreas de la Tora, tanto la escrita como la oral y también acerca de los pensamientos profundos de nuestros sabios.
D: Creo haber escuchado algo acerca de un debate donde participó este Sabio.
R: Sí, por supuesto. El Ramban tomó parte en una disputa con un judío que se convirtió al cristianismo llamado Pablo Cristiani. Esta se llevó a cabo en la ciudad de Barcelona y atendieron tanto la Corte del Rey Jaime de Aragón como Jefes de la Iglesia Católica. El mismo Rey fue quien forzó al Ramban a participar en esta discusión, con la intención de desacreditar a la religión Judía.
D: ¿Quién ganó esta disputa?
R: El Ramban con su gran sabiduría y agilidad mental refutó las bases de la religión católica. En vez de ser sentenciado a la hoguera como era la norma en esa época, fue expulsado de España y así llego a Eretz Israel donde erigió una sinagoga. Esta aún se encuentra en píe y puede ser visitada en la ciudad vieja de Jerusalén. Finalmente el Ramban se estableció en el puerto de Acco y vivió allí hasta que falleció. Nadie sabe con exactitud el lugar de su tumba.
D: ¿Y de qué habla su epístola?
R: La epístola nos explica la importancia de la autodisciplina, la que debe ser utilizada para mejorar nuestro carácter y nuestras relaciones humanas. Siguiendo el camino de esta epístola podremos alcanzar el Olam Habá.
D: Estoy ansioso. ¿Me podría mostrar la epístola?
R: Con mucho gusto. Léela con cuidado y a continuación la estudiaremos en profundidad.
Escucha, hijo mío, el consejo de tu padre y no te alejes de las enseñanzas de tu madre. Acostúmbrate a hablar tranquilamente con todo individuo y en todo momento. De este modo te alejaras de la ira, falla máxima del carácter que induce a los individuos a transgredir. Nuestros Sabios nos enseñan: “Quien este dominado por la ira, estará sujeto a la disciplina del Gehinom”, y así se nos enseña: “Destierra la ira de tu corazón y expulsa el mal de tu carne”. El mal se refiere al Gehinom, como está escrito: “los perversos están destinados al mal (Gehinom) “.
Entonces, cuando te alejes del enojo, comenzaras a actuar con humildad, la mejor cualidad que se puede poseer. La Tora nos enseña: “Por medio de la humildad viene el temor a Hashem (Dios)”. Con humildad, se intensificará tu temor a Dios, dado que siempre meditaras acerca de dónde vienes y hacia donde te diriges. Sabrás que en la vida eres frágil y asimismo que deberás enfrentar la muerte. Y tendrás presente Quién te juzgara por los actos y omisiones de tu vida; el Rey de la Gloria.
Como está escrito: “El cielo y el cielo de los cielos no pueden contenerte a Ti”, cuanto menos los corazones de los hombres. Asimismo está escrito: “¿No cubro yo el cielo y la tierra?, así pregunta Dios”.
Cuando hayas reflexionado seriamente en estos conceptos, temerás a tu Creador, y te cuidaras del pecado. Por lo tanto estarás feliz contigo mismo y con lo que posees.
Cuando tus actos demuestren genuina humildad, cuando tengas una actitud modesta ante el hombre y temerosa ante Dios, y cuando tengas cautela frente a la transgresión, reposará en ti la Presencia Divina, y vivirás en el Olam Habá (Mundo Venidero).
Hijo mío, comprende claramente que aquel individuo de corazón arrogante, aquel que se siente superior al resto de los hombres, se rebela sin duda contra la soberanía Divina. Un hombre con tal proceder se glorifica a sí mismo y pretende ataviarse con las vestiduras propias de Dios. Está escrito “Dios reina, y viste el manto de la grandeza”. ¿De qué puede enorgullecerse un hombre? Si cuenta con riquezas, es Dios quien hace al rico y al pobre. Si posee honores, ¿a caso no pertenecen a Dios? Tal como está escrito: “La riqueza y el honor provienen de Ti”. ¿Cómo puede el hombre engrandecerse a sí mismo mediante la gloria de su Creador?”. Si el hombre se enorgullece de su sabiduría, debe comprender que Dios puede quitarle el habla y asimismo despojarlo de conocimientos.
Es por ello que todos los hombres son iguales frente a su Creador. En su furia, El derriba a los arrogantes; con su buena voluntad El eleva a los oprimidos. Por lo tanto hijo mío, hazte humilde y de este modo Hashem te elevará.
Por esta razón, te explicaré cómo comportarte con humildad y como mantenerte siempre al lado de Dios: asegúrate de que todas tus palabras sean dichas con un tono amable. Mantén tu cabeza gacha. Dirige tus ojos hacia la tierra, y tu corazón elévalo hacia el cielo. Cuando hables, no mires a nadie con desprecio. Considera a todos los hombres más grandes que tú. Si son más sabios o más ricos, hónralos. Si son más pobres que tú o si tú eres más sabio que ellos, considera que pueden tener mayores meritos que tú. Piensa que si dicha persona peca, lo hace por error, en tanto que tú transgredes deliberadamente.
Con todas tus palabras, acciones y pensamientos, y en todo momento, considera que estas frente a Dios. Ten presente que Su Presencia esta sobre ti. La gloria de Dios abarca todo el universo. Exprésate con reverencia y temor, como lo haría un sirviente en presencia de su amo. Actúa con humildad con respecto a tus semejantes. Si te llaman, no respondas con un tono elevado, sino con suavidad, tal como lo haría alguien en presencia de su patrón.
Estudia Tora constantemente, de manera que internalices sus preceptos. Analiza atentamente el contenido de lo que has aprendido y llévalo a la práctica. Evalúa tus actos día y noche. Así podrás vivir tus días en Teshuva.
Quita los pensamientos mundanos de tu corazón al momento de rezar. Prepara tu corazón ante Dios, refina tus pensamientos, y pondera tus palabras antes de pronunciarlas.
Compórtate de acuerdo a estas reglas durante todos los días de tu vida. Así evitaras transgredir y tus palabras, acciones y pensamientos serán sagrados. Tu plegaria será integra, clara, sincera y placentera ante Dios, Bendito Sea, como está escrito: “Cuando preparen sus corazones, Tu escucharás”.
Lee esta epístola una vez por semana, así la internalizarás. Que Dios te ilumine en tu camino, y que tengas éxito en cada paso. Que seas merecedor del Olam Habá, el cual está reservado solo para los virtuosos. Que cada día que leas esta epístola, el cielo responda a los deseos de tu corazón, desde hoy y por siempre. Amén. Sela.
D: ¡Que carta tan interesante!
R: Que bueno que eres capaz de apreciarla. Si observas detenidamente, en esta epístola, el Ramban nos indica los pasos a seguir para alcanzar el Mundo Venidero (Olam Habá). El primer paso es acostumbrarse a hablar tranquilamente, como dice la epístola: “Acostúmbrate hablar amablemente con todo individuo en todo momento”.
D: No puedo creer que el primer paso para llegar al Olam Habá, sea hablar tranquilamente. Yo me imaginaba que el primer paso sería ponerse Tefilin, cuidar Shabat o comer Casher; pero ¡¿me está diciendo que hablar tranquilamente es el primer paso para llevarnos al Olam Habá?!.
R: Aunque suene muy extraño este es el primer paso, pero en realidad no es suficiente para poder alcanzar el Olam Habá.
D: ¿Entonces me quiere decir que para llegar a nuestra meta, o sea el Olam Habá, tenemos que empezar hablando con tranquilidad? Suena muy fácil.
R: Aunque parece muy sencillo en realidad no es nada fácil comportarse adecuadamente con otras personas y comunicarse con ellas correctamente. Al igual que un deportista que quiere entrenarse para una maratón tiene que hacerlo paso a paso por mucho tiempo, la buena comunicación también implica mucho esfuerzo. Muchas veces no pensamos en el efecto que nuestras palabras pueden tener en la otra persona. De este modo, podemos herir a alguien sólo por no prestar atención al modo en que verbalizamos algo o al tono de voz con que lo decimos. Esto puede poner a nuestro interlocutor a la defensiva, sin que nosotros nos percatemos de la razón.
Más aún, el hablar con un tono elevado hace que la otra persona también suba su tono de voz. Cuando esto sucede, aparte de no llegar a ningún acuerdo, en la mayoría de los casos, las personas terminan enfadadas y peleadas.
| El Hombre eterno | Una ventana a la eternidad | INTRODUCCION | PARTE 1 | PARTE 2 | PARTE 3 | PARTE 4 | PARTE 5 | PARTE 6 | PARTE 7 | PARTE 8 |
Los modales eternos | Parte 1 | Parte 2 |
Las virtudes eternas | Parte 1 | Parte 2 |